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Silverio Choquenaira, un líder campesino cusqueño de 55 años, ha visto cómo en los últimos años se ha perdido el manto blanco del apu Laramani, la montaña al lado de su comunidad, llamada Pumatalla y ubicada en el distrito de Kunturkanki, en Canas, Cusco.
“Antes estaba con su poncho blanco, lleno de nieve. Pero con los años ya no ves ni un lunar blanco. Ahora solo está vestido de negro, pero aun así, está orinando”, explica Choquenaira al referirse a que el nevado todavía provee de agua.
Sin embargo, el padre de cuatro hijos lidera una técnica ancestral recuperada gracias al Programa de Adaptación al Cambio Climático (PACC) del Ministerio del Ambiente (Minam), en alianza con la Cooperación Suiza. Aquella consiste en recolectar agua de lluvia a través de pequeños diques en las alturas. Esta se infiltra luego en la tierra y aparece en las partes bajas por acción de la gravedad.
Así, se beneficia a más de mil personas en Kunturkanki. Silverio se ha convertido en un cosechador de agua a más de 4 mil metros sobre el nivel del mar.
“En los puquios y riachuelos aumenta el caudal. Hemos visto el resultado. Nosotros tomamos el agüita de la Pachamama”, comenta.
El descenso del nevado debido al cambio climático ha perjudicado a los pobladores de la zona, que antes se dedicaban a la agricultura cuando las temporadas de helada y lluvia eran fijas. Lo poco que cosechan hoy es para el autoconsumo: papa, quinua, trigo, cebada. Según dio cuenta el Minam, ahora se dedican a la ganadería para sobrevivir.