El sonoro nombre del lago estuvo entre las primeras palabras públicas que pronunció el presidente Ollanta Humala durante el Gabinete Binacional Perú-Bolivia, celebrado el 23 de junio en Puno. “Tenemos una deuda con el Titicaca”, dijo el mandatario aquella helada mañana altoandina, mirando de reojo a su homólogo, el boliviano Evo Morales.
Estaba en los exteriores de un amplio hotel en la isla Esteves, espacio que en realidad fue una isla, pero ahora hay una pista asfaltada que lo une con tierra firme. Aun así, todos le siguen llamando isla Esteves: la reunión más importante entre Humala y Morales comenzó en un lugar con nombre falso.
No fue la única vez que mencionaron al lago durante la jornada. De hecho, fue uno de los temas sobre los cuales hablaron ambos presidentes, aunque las frases que más reacciones generaron fueron aquellas sobre “la solidaridad y respaldo del Perú al tema del mar...”, del presidente boliviano. Morales reconoció la crisis en el lago, mientras generaba otra crisis por el mar.
Esa tarde, cuando se firmó la Declaración de isla Esteves, uno de los primeros puntos del acta mencionaba, otra vez, al lago. “Al reconocer la importancia del lago Titicaca [...] expresaron su firme compromiso de [...] recuperación en beneficio de los pueblos que habitan la zona circunlacustre...”.
Aquí viene la paradoja: a solo 200 metros del lugar donde se firmó esa declaración, en la entrada de la isla Esteves, a ambos lados de la pista permanecen quietas manchas verdes espesas y malolientes sobre algo que antes fue agua limpia. Es la cara más sucia del Titicaca, ese gran problema que dos países no saben solucionar.
LA DAMA DEL TITICACAAlgunos líderes políticos necesitan ministros, proyectos, resoluciones y dinero para limpiar el Titicaca. Rita Suaña necesita un bote y un remo con punta, que además sirve para alcanzar basura sumergida. Rita es alcaldesa de las islas de los Uros, esas estructuras de totora que flotan en el lago. Es la única autoridad femenina de las islas de totora. Mantenerse a flote es más difícil en la política que en su vida cotidiana.
[Lea más en nuestra Edición Impresa]