El 8 de noviembre el cocodrilo de Tumbes volvió literalmente a la vida: el Banco Central de Reserva (BCR) presentó el nuevo diseño de la moneda de un sol, cuya figura preponderante es el ‘Crocodylus acutus’, nombre científico de este animal en peligro de extinción.
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El objetivo principal del BCR es generar conciencia sobre la importancia de la preservación de esta especie, amenazada desde hace más de treinta años por la intensificación de la agricultura, la acuicultura del langostino y, entre otros, el ahogamiento al enredarse en las redes de los pescadores en Tumbes.
Pero hay un lugar en la región Tumbes donde este enorme reptil, llamado también cocodrilo americano, es cuidado y tratado como el rey de los manglares. Se trata del zoocriadero La Tuna Carranza, ubicado en Puerto Pizarro, a unos 15 minutos de la ciudad de Tumbes en auto.
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Hasta este paraje del Perú se llega en lancha y únicamente cuando la marea está alta. El viaje por el mar dura solo diez minutos y la naturaleza está diseñada de hermosos manglares muy ricos en diversidad biológica como la concha negra, tan exquisita en el cebiche del mismo nombre.
Trescientos veintisiete cocodrilos viven actualmente en este zoocriadero de propiedad del Fondo Nacional de Desarrollo Pesquero (Fondepes). Este propósito de implementar un lugar donde se establezcan técnicas de crianza y manejo en cautiverio del cocodrilo de Tumbes se inició en 1996 con 40 ejemplares; es decir, su crecimiento poblacional en 21 años ha sido de 717.5%, aun cuando la primera reproducción se produjo a inicios del nuevo siglo y la mortandad anual –muerte natural– es de 3% a 5%.
“Ese es Chalo, tiene más o menos 35 años de edad y mide cuatro metros. Es el más grande de todos”, dice uno de los guías del zoocriadero. Chalo vive en una poza, solo. Fue rescatado en 1996 por el río Tumbes, su hábitat natural.
Los 327 cocodrilos están distribuidos en 12 pozas. El menor tiene dos años y el mayor, 40. Están clasificados por edad y talla, pero todos poseen un arete de identificación en la cola: las hembras llevan el color amarillo y los machos, el rojo. “De todos los reproductores, 23 son hembras reproductoras y 2, machos, añade el guía.
Un promedio de 50 mil turistas visitan el zoocriadero en un año. El 60% son nacionales y el 40%, extranjeros. El costo de una entrada es de S/ 3.5 (adultos) y S/ 1.5 (niños). “El lugar es hermoso. No sabía que las nuevas monedas de S/1 tienen la figura del cocodrilo de Tumbes, pero ojalá ayuden a preservar la especie y promocionar el criadero”, dice Anita, una joven que viajó 13 horas desde su natal Trujillo para disfrutar de unas vacaciones inolvidables.
El zoocriadero está abierto desde las 8 de la mañana hasta las 6 de la tarde. La temperatura baja difícilmente de los 20°C en este lugar. Los cocodrilos se alimentan de pollo, pescado y vitaminas que el Estado les da. Cuando nacen, personal entrenado apoya a las hembras durante la eclosión, sobre todo para asistir a los pequeños que no pueden reventar el cascarón por sí mismos.
El BCR ha acuñado 10 millones de monedas de un S/ 1 con la figura del cocodrilo de Tumbes. Es la segunda moneda de la Serie Numismática “Fauna Silvestre Amenazada del Perú”. En el zoocriadero, por su parte, esperan que el número de pozas siga creciendo. “No hacemos reintroducción. Ellos nacen y mueren aquí, llevarlos a su hábitat es aún muy peligroso”, explica un guía a un grupo de turistas.
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