El altoparlante del aeropuerto anuncia la llegada del último vuelo desde Lima. Minutos después, John Puse cruza la puerta de salida. “Acabo de llegar de una reunión con todas las Áreas Naturales Protegidas y les conté lo que estamos haciendo en los manglares de Tumbes, resulta que no se ha hecho en otros lados del país. Es un orgullo, sobre todo porque aún nos falta mucho por hacer”, nos cuenta mientras enrumbamos hacia Puerto Pizarro, para conocer la joya natural de la región.
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Como parte de la campaña Peruanos que Suman de El Comercio y el BCP llegamos a Tumbes para conocer a este experimentado extractor de cangrejos rojos y vicepresidente del Consorcio Manglares del Noroeste del Perú (CMNP).
La infancia de John fue dura. A los 11 años, el segundo de seis hermanos iba por las noches a la escuela, pues durante el día se presentaba en los campos de arroz para sembrar y cargar sacos, debido a que los ingresos de su padre, quien era cangrejero en la fronteriza ciudad de Zarumilla, no alcanzaban para los gastos del hogar.
A los 16 años, John siguió el camino de su padre y se volvió extractor de cangrejos rojos en los manglares tumbecinos. “Yo llegaba supuestamente fogueado porque ya había trabajado en otros lados, pero no imaginé lo difícil que era. El primer día saque tres cangrejos y al segundo siete. Hay que tener en cuenta que el promedio diario en esa época era de 40 o 50 cangrejos por extractor”, recuerda ahora con una sonrisa.
John asegura que le tomó medio año poder adaptarse al mundo de los manglares, pero una vez que entró en él no quiso salir más.
La vida le mostraría, sin embargo, que había complicaciones más grandes que la extenuante faena. “En esa época me uní a una asociación de pescadores y extractores, pero por ese tiempo todo era distinto. Nos maltrataban, a veces nos pagaban después de cuatro día y tampoco ejecutaban los proyectos”, asegura.
“Por eso un grupo decidimos separarnos y formar nuestra propia asociación”.
Durante años, sin embargo, John fue testigo de cómo los proyectos que llegaban a los manglares no obtenían resultados o eran suspendidos por falta de fondos.
“Por ello decidimos formar este consorcio, yo fui el impulsor de la iniciativa. En el 2016 unimos a seis organizaciones que tenían como punto en común el hartazgo por los malos manejos y los proyectos inconclusos. Afortunadamente el grupo funcionó y ese mismo año conseguimos un contrato de administración de manos de Sernanp para operar en el Santuario Nacional Los Manglares”, explica.
John asegura que esto le permitió conocer su pasión por la gestión. Además, le mostró por qué las cosas no funcionaban bien antes. “Por ejemplo, revisamos un plan que tenían para repoblar las conchas negras y nos dimos cuenta que el 93% era para gastos administrativos y el resto para las actividades. Escandaloso. Nosotros decidimos cambiar la historia de Tumbes”, recuerda indignado.
Uno de sus primeros pasos fue transparentar la situación de la zona, apoyar en datos la percepción que la mayoría de pescadores y extractores compartían. “El monitoreo arrojó que contábamos con un promedio de una concha negra por metro cuadrado. Poquísimas. Así que lanzamos el Proyecto Conchas, en el que colaboramos con instituciones de la zona para aplicar biotecnología y reproducir semillas de conchas. Hoy en día, según datos de Imarpe tenemos entre 2,5 y 2,8 conchas por metro cuadrado. Y aún nos falta mucho más”, expone John.
Otro gran reto, asegura, fue convencer a las instituciones y autoridades para que vuelvan a confiar en una organización tumbecina. “Comenzamos a tocar las puertas para desarrollar las actividades y nos dimos cuenta de que Tumbes estaba mal visto por el manejo de los proyectos. Tuvimos que hacer todo lo posible para que puedan creer en nosotros. El primer medio año fue muy difícil, nuestro equipo técnico trabajó ad honorem porque confiaba en que se iban a conseguir los objetivos trazados. Y afortunadamente hasta ahora vamos cumpliendo”, señala.
Actualmente, desde el CMNP los pescadores y extractores no solo se encargan de realizar una recolección responsable, respetando vedas y tamaños mínimos; sino también colabora con Sernanp en las labores de observación y vigilancia del santuario. Además, llevan adelante proyectos de repoblación de cangrejos y peces apoyados en equipos de científicos de instituciones locales.
“Trabajar por el beneficio de la conservación y por mejorar la calidad de vida de los usuarios de estos ecosistemas. Esos son los objetivos que tengo y no voy a parar hasta lograrlo”, sentencia.
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