Si bien no hay un consenso entre los peruanos respecto a quién es el personaje positivo de este 2024 que se va –48% cree que no hay ninguno–; sí lo hay, en cambio, sobre el negativo. Con un 56%, la presidenta de la República, Dina Boluarte, es considerada como el personaje con más rechazo del año, según un estudio de opinión de Datum Internacional para El Comercio. Boluarte no solo encabeza la lista, sino que se impone ampliamente con respuestas espontáneas de la ciudadanía.
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En tanto, el puerto de Chancay (31%) y la cumbre APEC (9%) destacan como los principales acontecimientos positivos del año. Sin embargo, en contrapartida, la inseguridad afecta fuertemente a la ciudadanía, lo que se refleja de manera preocupante en las cifras: un 37% considera el incremento de la delincuencia como el acontecimiento más negativo de 2024 y un 9% la extorsión a los transportistas.
En general, hay desánimo entre la mayoría de los peruanos por el año que estamos por cerrar: un 69% considera que fue un mal año, en tanto un 29% que fue uno regular. Únicamente el 2% de los ciudadanos considera que fue uno bueno.
Y, respecto al 2025 próximo, un 68% estima que será igual o peor, con un 70% de peruanos que considera que sus ingresos en el 2025 serán también iguales o peores que este año.
“Si los peruanos sienten que la economía sigue deteriorándose, que la inseguridad está fuera de control y que el futuro es incierto, entonces esa percepción es la verdad con la que interactúan a diario”.
Que la situación de inseguridad se agrave es el principal temor para la gran mayoría (33%), por encima del temor de que la situación económica empeore (30%); al tiempo que la disminución de la delincuencia, las extorsiones y el sicariato es el principal deseo para el Perú, de parte de los peruanos, esta Navidad (32%).
Puntos de vista
Para Giulio Valz-Gen, socio de la consultora 50+Uno, hay un sentimiento de pesimismo entre los peruanos, pero en cierta forma “justificado” y hasta influenciado por el aspecto político, que no llega a conectar con las demandas ciudadanas.
Al cierre del año —cuestionó— la inseguridad sigue siendo el principal problema y demanda del Perú, sin avizorarse políticas para abordar realmente esta problemática. “La clase política no ha dado nada nuevo, al contrario, se ha tenido una reiteración de cosas negativas, como políticas desde el Congreso, avaladas por el Ejecutivo, (y viceversa) proimpunidad y antinstitucionalidad”, incidió.
En tanto, a su juicio, Boluarte “no ha dado ningún mérito” para no ser considerada como el personaje negativo y, al contario, “se lo ha ganado”. “No ha logrado construir nada y, al contrario, ha dado un mensaje desde el centro del poder de frivolidad, desconexión y finalmente de no ser una persona que se siente a cargo de resolver los problemas”, apuntó.
Valz-Gen mostró su preocupación porque la pérdida de referentes este 2024 entre los peruanos y la falta de optimismo, pues —remarcó— de cara a un año prelectoral en esas condiciones podría afianzar aún más “discursos radicales”.
Alejandra Costa, curadora de Economía de Comité, explicó que antes de la pandemia, solo el 37% de los trabajadores estaba en el subempleo, ya sea porque trabajaba menos de 35 horas a la semana o recibía salarios por debajo de un ingreso mínimo. No obstante, este año la cifra llegó a casi el 48% en setiembre, según el INEI (Instituto Nacional de Estadística e Informática).
Esto explica —subrayó— el descontento de la mayoría de peruanos respecto a sus ingresos actuales y también su excepticismo hacia el próximo año. Y si bien la cifra es menor a la del 2023, “todavía queda mucho por hacer para que nuestro mercado laboral, al menos, recupere los niveles de empleo adecuado previos a la pandemia y una mayor parte de los hogares peruanos genere la suficiente cantidad de dinero para efectivamente cubrir sus gastos”.
“La aún baja calidad del empleo es un reflejo del mediocre desempeño de la economía peruana. En el 2024, el PBI ha vuelto a crecer después de un pésimo 2023, pero no está avanzando a la suficiente velocidad para garantizar que la creciente población en edad de trabajar acceda a un empleo adecuado y pueda mirar con optimismo el próximo año”, indicó Costa a este Diario.
Agregó que, aunque la inflación ya está bajo control, lo cierto es que “la mayoría de familias siguen sintiendo que su capacidad de compra aún no se ha recuperado, debido a sus ingresos no se han incrementado al mismo ritmo que el aumento de los precios y pueden adquirir menos bienes y servicios”.
Comentó que, ante la perspectiva poco optimista sobre la economía el próximo año, seguramente las familias peruanas tomarán decisiones consistentes con esas expectativas, optando por moderar sus gastos. Lo que podría también impactar en el avance del consumo privado el próximo año y, por lo tanto, el dinamismo de la economía.
Nuevamente la realidad y la percepción colisionan. Por un lado, el BCR eleva su proyección de crecimiento del PBI para este año, por el otro, el 69% de los peruanos considera que el 2024 fue un mal año para el Perú. Y si vemos el comparativo con los resultados de la encuesta de Datum-El Comercio de hace un año, ha sido un período más difícil de lo esperado. Solo se reconocen dos acontecimientos positivos para el país, la inauguración del puerto de Chancay y la cumbre de APEC. Sin embargo, estos logros se ven opacados por lo negativo, el incremento de la inseguridad ciudadana, la situación política y el deterioro de la economía familiar.
Aunque termina un año malo, a juicio de los peruanos, el año que viene tampoco despierta entusiasmo. Las percepciones y expectativas a fines del 2023 eran muy distintas a las que hoy se registran. A pesar de los resultados del año, hace 12 meses se creía que el 2024 sería mejor. De cara al 2025, esa esperanza se ha perdido. Cae en 15 puntos quienes creen que será mejor para las familias peruanas. Se voltea la balanza y hoy son más los que creen que les irá peor en los próximos meses. Este panorama es similar en todos los aspectos analizados en la encuesta, y se observa un deterioro en la confianza y los resultados que el Gobierno pueda alcanzar, en especial en seguridad ciudadana y economía, los dos temas que más preocupan a los peruanos.
Al final de cuentas, la percepción ciudadana no es una simple interpretación de los hechos; para quienes la viven, es su realidad, y esa realidad marca sus decisiones y expectativas. No importa cuán positivas sean las cifras macroeconómicas o los indicadores presentados por las autoridades, si estas no se reflejan en mejoras tangibles para las familias, su impacto es nulo. Si los peruanos sienten que la economía sigue deteriorándose, que la inseguridad está fuera de control y que el futuro es incierto, entonces esa percepción es la verdad con la que interactúan a diario. Es sobre esa realidad subjetiva pero poderosa que deben diseñarse las políticas públicas. Ignorar esta dimensión es perpetuar la desconexión entre las autoridades y los ciudadanos, una desconexión que limita cualquier posibilidad de generar confianza y construir un camino hacia un desarrollo más inclusivo.