El silencio de casi todos los congresistas con relación al reprochable blindaje de la Comisión de Ética al presidente del Congreso, Alejandro Soto; es solo la punta del iceberg de la vasta alianza de las bancadas por la impunidad para cualquiera que cometa una falta ética. No se trata de un ‘Diálogo para el Consenso’ (como dice el eslogan de esta gestión), sino de un consenso para hacer lo incorrecto.
Desde que se hicieron públicas las denuncias al presidente del Congreso, señalé que era necesario que los integrantes de la mesa directiva se pronunciaran y deslindaran. Sin embargo, sus únicos descargos han estado vinculados a fiestas mortales.
Hoy la Mesa Directiva retrata muy bien el trágico momento ético de una mayoría de este Congreso que tiene solo 6% de aprobación ciudadana. Pero, mientras menos aprobación tiene, más poder e impunidad demuestra. La indiferencia de la mayoría de los congresistas hacia las necesidades de los ciudadanos y la opinión pública demuestra que no actúan por casualidad, sino que busca disuadir a los ciudadanos honrados a participar en política.
"El Congreso se ha vuelto una aplanadora que arrasa todo aquello que quisieron los republicanos en los albores de nuestra independencia: un Estado democrático, con instituciones fuertes, con separación de poderes y garantista de los derechos de la población"
La institución del Congreso fue diseñada para realizar cambios estructurales con un real impacto en la vida de los peruanos. Ese poder se ha desnaturalizado al convertirlo en un instrumento para copar instituciones, eliminar al adversario político, usar el populismo para el clientelaje y las transacciones por intereses particulares, implosionar las reformas, debilitar nuestras instituciones y la separación de poderes, en lo que constituye el mayor golpe a la democracia desde finales de los años 90. Un ejemplo claro es la Comisión Ad-hoc creada para remover a los miembros de la Junta Nacional de Justicia en pleno.
El Congreso se ha vuelto una aplanadora que arrasa todo aquello que quisieron los republicanos en los albores de nuestra independencia: un Estado democrático, con instituciones fuertes, con separación de poderes y garantista de los derechos de la población. Por el contrario, hoy su actuar refuerza en la ciudadanía la percepción de un Congreso corrupto, ilegítimo, lejano y poco útil para los peruanos.
El adelanto de elecciones sigue siendo la mejor alternativa, pero este ‘consenso de la Plaza Bolívar’ lo impide en alianza con un gobierno incompetente y con graves acusaciones por violación de derechos humanos, frenando la posibilidad de una salida democrática. En consecuencia, una medida inicial y urgente ante la coyuntura actual es el cambio total de la Mesa Directiva. Para ello, debe aprobarse una moción de vacancia de la Mesa o en su defecto, la renuncia de sus miembros en pleno. Esto último se ha aplicado en momentos de crisis política y es una válvula de escape frente a la inexistente credibilidad de la Mesa antes los hechos conocidos para darle una nueva oportunidad al país.
En cada bancada hay congresistas -no muchos- pero los hay, cansados de la percepción de corrupción, inutilidad y blindaje que tienen los peruanos sobre nuestra institución, y que podrían suplir a los actuales miembros.
Levantemos la voz para deslindar de la actuación de la mayoría parlamentaria. El silencio ante la impunidad también nos hace responsables.
Por Flor Pablo Medina, congresista del Partido Morado – No agrupada