Tras 75 días de huelga magisterial, ayer se suspendió esa medida de fuerza que estuvo a punto de hacer perder el año escolar a dos millones de escolares. El anuncio oficial lo hizo el dirigente Pedro Castillo en la plaza Dos de Mayo ante centenares de huelguistas que portaban carteles con la inscripción “Volveremos”.
El acuerdo se tomó en el Congreso Nacional Extraordinario de los SUTE regionales efectuado en la noche del viernes. Allí, en medio de grandes discusiones, se acordó por mayoría levantar la paralización. Algunas bases radicales, como la de la región Huánuco, votaron por continuar la huelga.
Según Castillo, la decisión se tomó “por nuestros estudiantes”. Él llamó a los maestros a concentrarse el lunes en los gobiernos regionales para garantizar que no se produzcan “represalias económicas, administrativas o laborales”.
Aunque el dirigente sostuvo que “esta lucha no termina, sino que recién empieza”, según el analista Carlos Tapia, la suspensión fue acordada por cansancio y porque la huelga se había debilitado.
“Ellos cometieron un error al no firmar el acta con la que se habían comprometido cuando los congresistas actuaron como intermediarios”, dijo Tapia. Indicó que, de ser así, hubiesen regresado a sus escuelas con varios logros, como el incremento de salarios, y se habrían legitimado como representantes del gremio magisterial.
Cabe anotar que el Gobierno y los dirigentes de la protesta habían roto el diálogo tras no firmar la citada acta el 21 de agosto. Los huelguistas no estaban de acuerdo con las evaluaciones a los docentes y el Ejecutivo insistió en que estas no eran negociables.
Esta larga huelga causó costos políticos al Ejecutivo, como la interpelación que el Congreso hará a la ministra de Educación, Marilú Martens, el 8 próximo.
La huelga se inició de manera focalizada en el Cusco el 15 de junio y se desbordó con bloqueos de carreteras e intentos de tomar el aeropuerto Velasco Astete.
Tres semanas después, la paralización se extendió a otras 13 regiones del país.
—Diálogo y acuerdos—Las estrategias empleadas no funcionaron. En un primer momento hubo un acuerdo con los gobiernos regionales para adelantar el aumento de los sueldos a los maestros y la ministra Marterns anunció que la huelga se levantaría a partir del 7 de agosto. No fue así. El paro siguió y las protestas aumentaron.
El 10 de agosto, el presidente Pedro Pablo Kuczynski decidió recibir a un grupo de dirigentes en Palacio de Gobierno, pero esto tampoco surtió efecto. Las movilizaciones de los huelguistas de provincias que llegaron a Lima eran cada vez eran más violentas.
Y así, mientras el ministro del Interior, Carlos Basombrío, advertía que el Movadef estaba infiltrado en la dirigencia de los huelguistas, un grupo de congresistas de todas las bancadas, a excepción de Fuerza Popular, se ofreció para mediar entre los huelguistas y la ministra Martens. Pese a que hubo acuerdos, los dirigentes de los maestros se negaron a firmar el acta.
No hubo más ofrecimientos ni conversaciones adicionales con el Gobierno. Castillo y sus seguidores tuvieron que levantar la huelga. Ahora solo queda recuperar las clases.
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