Tiene un aire de inocentón que no va con todo lo que sabemos de él: rompió palitos con Keiko dos campañas atrás, construyó su partido Perú Patria Segura sobre la base del Cambio 90 que fundó Fujimori con su padre Andrés, hizo del fútbol su caballito de batalla parlamentario y tuvo su épica política en una noche negra para sus seres queridos.
En la misma oficina donde conversamos, vivió el drama: “Yo estaba acá y escucho una balacera infernal. Todo lo demás ya se sabe [su mujer e hija fueron asaltadas en su camioneta estacionada en la puerta y a la niña le cayó un disparo]. Con mi esposa [Carla Dávila] decíamos algo hay que hacer. Mi hija pasó la página muy bien. Todo lo que sucedió después fue milagroso. Creamos una ONG que silenciosamente atiende a gente vulnerable. Creamos la plataforma Alto al Crimen que es gratuita. Cuando veíamos que el problema de la seguridad no tenía arreglo, nos dimos cuenta de que esto se soluciona al más alto nivel”. Al terminar su relato, quedé mirando el retrato de Arianna que cuelga en su oficina con esta dedicatoria: “Te amo, papi”.
O sea, a Reggiardo le parece lo más natural hacer política de grandes aspiraciones a partir de una desgracia familiar. ¿Y por qué no? No se le puede pedir a un padre que no mencione a su hija en sus planes vitales; no se le puede pedir a un político que no tenga aspiraciones presidenciales a partir de un hecho fortuito que le permitió encarnar un trauma colectivo. Renzo establece la cadena así: “El Conasec [Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana] tiene que estar presidido por el presidente de la República. [...] Hay que ordenar la casa, hay descontrol total. Falta la presencia de alguien que dirija este gran barco denominado Perú”. Sí, no es gran orador, pero puede ser persuasivo.
Historia naranjaRenzo fue fujimorista porque su papá lo era. Pero él no tiene que negar a su padre como Keiko. Andrés Reggiardo tiene una oficina contigua a la suya. La historia de los Reggiardo es fundamental para entender las varias refundaciones del fujimorismo: “Cuando decidí apartarme de la bancada que en ese entonces lideraba Keiko [...], la gota que derramó el vaso fue la decisión de ellos de crear una nueva organización, en ese entonces Fuerza 2011, hoy Fuerza Popular. Me pareció un mal gesto porque Cambio 90, mi partido, hoy Patria Segura, fue el vehículo, junto con Nueva Mayoría, que llevó a 13 congresistas fujimoristas. Esto fue fruto de conversaciones que se dieron incluso en Tokio con el propio Fujimori. Sí Cumple y Vamos Vecino [los partidos que el fujimorismo fundó durante su segundo gobierno] tenían un impedimento para postular. Fuimos el plan B del fujimorismo para que entrara al Congreso. Pero Cambio 90 ya no tenía que ver con Fujimori, porque él había renunciado. Entonces yo sentí un acto de deslealtad cuando ya en el Congreso fundaron otro partido. Tomé la decisión de quedarme solo. Mi padre y el partido me respaldaron”.
Antes de este distanciamiento posterior a la caída de Fujimori, ¿no hubo otro cuando el régimen estaba en las últimas?, pregunto. “Sí. Mi padre, tenía discrepancias, por eso lo apartaron. Eso permitió que luego, Cambio 90 fuese el vehículo que mantuviera vivo al fujimorismo. [...] Por cierto, considero que el primer gobierno fue el mejor; lo que vino después ya es otra cosa”.
El primer gobierno incluye el autogolpe, ah. “Es difícil de justificar, soy consciente de eso. El Perú estaba en una situación caótica que requería medidas drásticas. El autogolpe fue esa medida drástica que, dicho sea de paso, no fue consultada con nadie. Mi padre se sorprendió cuando vio a Fujimori decir ‘disolver’ en televisión”.
Renzo habla de ese terrible trasiego de la democracia con la misma mezcla de indulgencia y firmeza con la que me describe su propuesta para combatir la inseguridad en los primeros 90 días de un hipotético gobierno suyo: militares a las calles bajo comando policial, declaratoria temporal de situación (no estado) de emergencia para ahorrar procesos engorrosos, el presidente convoca al Conasec a los líderes opositores y pide facultades legislativas.
He aquí a un político con especialización. Tanta, que tiene espacio fijo en la tele. Por eso, le planteo que debe renunciar a él para evitar el riesgo que su sobreexposición en pantalla entraña para la equidad del proceso electoral. “No solo lo he pensado, se lo he dicho a los directivos de Latina. Han considerado que el programa no es de corte político, que es un círculo virtuoso con la plataforma que tenemos de Alto al Crimen”. Podría conducirlo otra persona. “Sí, y lo vamos hacer. Probablemente sea Valia Barak, la productora, o uno de los reporteros”. Para que vean que las campañas no solo cuestan plata sino renuncias. A propósito, pregunto por las finanzas del PPS: “Es la parte más difícil. Están los familiares, el entorno más cercano. Hace 15 días organizamos una cena pro fondos para meterle plata a lo de las redes sociales. Mi empresa de publicidad exterior me ayuda muchísimo”. Salvando las distancias, es tu Universidad César Vallejo. “[Ríe] Puedo hacer anuncios gracias a mi empresa [de carteles], pero eso se va a reflejar en el reporte de la ONPE. Publimóvil es mi César Vallejo. Hacemos lo que se puede. Pero algunos empresarios ya se están animando a apostar por nosotros”. ¿Has contratado a algún asesor extranjero? “Tuve un acercamiento y nos apoyó los primeros meses Gloria Isabel Ramírez ‘Glorisa’, la colombiana que asesoró a Lourdes Flores. Estuve en Bogotá con ella y con el presidente Uribe, a quien ella asesoró. Ahora estamos en conversaciones con un mexicano, pero no puedo dar el nombre”.
Mano duraEl candidato expectante rehúye las etiquetas pero su origen fujimorista y su caballo de batalla lo asocian a la mano dura.
“Hay que tomar decisiones duras. El Perú no está para esperar que la situación se arregle sola”, dice Renzo como si no pudiera salirse del maldito tema de la inseguridad callejera. Saquémoslo de ahí. ¿Quién sería tu ministro de Economía? “He conversado con dos personas sensacionales en su visión de la economía. Uno es Carlos Adrianzén y el otro es Jorge González Izquierdo. Nuestro líder en el plan económico es Carlos Lamas”.
Votó en contra de la ‘ley pulpín’ pero a favor del gobierno en el engorroso asunto del lote 192. Suscribió el proyecto de unión civil de su colega de bancada Carlos Bruce y no transa, por ahora, con el matrimonio igualitario pleno. No está a favor de despenalizar el aborto por violación ni de legalizar la marihuana. Es conservador ma non troppo, pues cree que a sus 43 años todavía tiene viada para aprender y para seguir postulando los próximos años. Esto último no me lo puede decir, pues va en contra del manual del candidato asertivo, pero es lo que se espera de quien no estando entre los top 5, suele figurar con cacharro propio en las encuestas.
Su plancha es modestamente ‘pepesista’ (sic), o sea, de Perú Patria Segura. Ríe cuando recuerda que la abogada Miluska Carrasco, de puro nerviosa, dijo PPC en lugar de PPS. Ella, su candidata a vicepresidenta, milita en el partido al igual que el ingeniero Carlos Vicente, el otro vice. Pero Renzo hubiera querido contar con Luisa Cuculiza, Cecilia Tait u otro de los personajes con quienes conversó y cuyos nombres no quiere soltar. Le espera la angustia de la segunda fila, donde todo es expectativa. Pero no va a mandar a nadie al carajo como Nano: “No es mi estilo, hay quienes se dejan asesorar por gente incendiaria”.
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