A Jesica Tejeda la mataron los 80 cortes en el cuerpo que con ensañamiento le produjo Juan Huaripata Rosales. Sus vecinas no pudieron salvarla aunque lo intentaron desesperadamente. La policía solo tenía que caminar una cuadra, pero tardaron eternos 40 minutos y al llegar solo encontraron cadáveres y desolación.
Ni el relevo de los 34 agentes policiales que no hicieron nada por impedir el crimen ni los lamentos de la ministra de la Mujer, Gloria Montenegro, les devolverán la vida a Jesica y sus hijos. Más bien, ellos como autoridades competentes debieran preguntarse en qué están fallando, por qué la inseguridad aumenta y por qué los crímenes contra la mujeres, pese a todas las “políticas contra la violencia de género” no disminuyen. En un solo año nos han matado a 165 peruanas.
En una reacción efectista, el ministro del Interior, Carlos Morán, salió a inspeccionar comisarías y ¡oh coincidencia!, la Policía Nacional “tras un intenso trabajo” capturó al prófugo agresor sexual Adolfo Bazán Gutiérrez. Pero nada de ello pudo “tapar” el escándalo y estupor de la muerte de Jesica a 159 metros de la comisaría de San Cayetano.
Si tuviéramos Congreso, este tendría que estar interpelando a Morán y Montenegro, más aún luego de que en una columna de opinión la comunicadora Giuliana Caccia alertara que solo en agosto de este año el Programa Nacional contra la Violencia Familiar y Sexual del Ministerio de la Mujer tiene órdenes de compra para blocs (160 mil soles), peines con espejo (115 mil soles), juegos de memoria (140 mil soles), bolsas de lona (390 mil soles), chalecos (592 mil soles), entre otros gastos como cámaras digitales, que tienen como fin orientar a varones “para la construcción de una nueva forma de masculinidad” (207 mil soles). Así combate la ministra Montenegro la violencia.
Ni peines ni bolsos ni blocs; lo que hace falta es una educación basada en el respeto por el otro y con un enfoque de familia, sin prejuicios ni ideologías. Los videos motivacionales (como el que viene circulando en redes sociales) serán solo un discurso vacío si no se acompaña de una política transversal.
Cuántas sorpresas nos daríamos si se analizara el perfil familiar de los agresores y asesinos. Los patrones de violencia se repiten y si no se trabaja desde niños en una educación integral, la espiral de violencia solo crecerá.
Para dar ese paso se necesitan autoridades competentes y decididas. Ya sabemos que el señor Martín Vizcarra no arriesga nada. La única cifra que le interesa es la de las encuestas, las demás estadísticas no le importan.
Pareciera que Vizcarra no quiere que le “salpique” el tema, por eso deslindó de inmediato de las torpes y lamentables declaraciones de la ministra de Justicia, Ana María Revilla, que parece no entender que una ministra de Estado lo es siempre y que antes de técnica es política.
Pero Morán y Montenegro no son los únicos, a ellos se suma la ministra de Salud, Elizabeth Hinostroza, quien ayer tras la inundación originada por una lluvia en Piura sostuvo que “son lluvias de trasvase, no hay inundaciones, no es el fenómeno de El Niño”.
La incapacidad e indolencia matan.