No hay una, sino muchas Sadas Goray. La hemos visto en varias facetas y con rostros distintos. Entre tantos alter egos, a muchos se le hace difícil saber cuál es la verdadera. Tenemos por un lado a la Sada extorsionada, una de las primeras versiones que conoció la opinión pública, aquella empresaria asustada que denunciaba ser víctima de un chantaje por parte de los malvados integrantes de una organización criminal enquistada en el poder, versión que ahora parecen haber dejado de lado sus abogados.
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También está la Sada corruptora, aquella que pagó S/ 5,4 millones en sobornos —aunque ella solo reconociera haber entregado S/4 millones— a funcionarios de una gestión putrefacta por la corrupción para que favorecieran sus proyectos inmobiliarios. Luego conocimos a la Sada colaboradora, la mujer arrepentida que se armó de valor y se puso del lado de la justicia, entregando información aparentemente relevante a la fiscalía. Otra fue la Sada patriota, aquella que coimeó “por amor” al Perú: “Porque quiero a mi país, porque amo a mi país. Si yo he salido a hablar en público, cosa que no me corresponde, cosa que nadie me está presionando, lo hago porque yo quiero a mi país, porque quiero el bienestar en el desarrollo de las familias de menos recursos”, dijo en un video difundido por “Panorama”.
Han sido tantas las caras que ha mostrado y tantas las versiones contradictorias que dio Goray que la fiscalía empezó a dudar de la veracidad del testimonio de la otrora colaboradora estrella. Su supuesto respaldo a las investigaciones solo era parcial pues omitió información que la comprometía. Luego aparecieron otros testigos que aportaron pruebas que terminaron por hundirla y demostraron que su confesión no tenía nada de sincera. Fue entonces que apareció la Sada integrante de una organización criminal. La víctima en realidad había sido cómplice y financista de sus supuestos extorsionadores . El Ministerio Público la incluyó, junto con su holding Marka Group, en el organigrama de la red delictiva que habría encabezado el expresidente Pedro Castillo. Dentro de las ramificaciones de esa organización, Goray está ubicada debajo del exministro de Vivienda y hoy recluso del penal Castro Castro Geiner Alvarado y de Salatiel Marrufo, el supuesto chantajista que la amenazaba.
El pasado viernes 7, a su llegada a Lima, la antigua adalid de la vivienda social fue detenida por integrantes del Equipo Especial de la fiscalía y la PNP. Luego de su detención hemos conocido más versiones de Goray : la Sada mandona, quien le ordenaba vía Whatsapp a un director del Fondo Mivivienda— puesto a dedo por ella— que la mantenga al tanto en tiempo real de los acuerdos que se adoptaban en las sesiones (“Ya no se pasen… voten de una vez”, exigía con los pulgares); la Sada soñadora, aquella que en una hoja de papel color verde esperanza plasmaba sus buenos deseos para el 2023, tales como “acuerdo colaboración eficaz”, “presidenta Perú camino”, “servir pobres”; la Sada dominicana, tan enamorada de su país que no tuvo reparos en tramitar una cédula de identidad y adquirir la ciudadanía de la nación caribeña, hecho que para la fiscalía incrementa el riesgo de fuga.
Hoy, sentada en el banquillo de una sala judicial junto a sus coimputados, entre ellos Mauricio Fernandini, quien fuera la todopoderosa empresaria que movía los hilos en al menos tres entidades del Estado enfrenta un pedido de prisión preventiva por 36 meses y una prognosis de pena de 15 años de cárcel. Si el juez admite los argumentos de la fiscalía, tendremos una nueva, nada glamorosa y definitiva versión de Sada Goray.
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