Desconcierto y decepción. Esto fue lo que generó en más de uno la decisión de Marisol Espinoza de sumarse a la campaña de César Acuña. Si bien la vicepresidenta aclaró que no se inscribía como militante en Alianza para el Progreso, quedó claro que con su frase “Estamos preparados para gobernar” le daba un cheque en blanco al candidato de la A.
Espinoza es libre de continuar con su carrera política, de optar por el grupo que mejor le parezca y de forjar su propio destino, pero de ella esperábamos algo de coherencia.
¿Cómo así uno pasa de dejar el Partido Nacionalista tras los escándalos de las agendas y la palpable usurpación del poder a unirse a un proyecto donde su líder viene siendo investigado por lavado de activos, oscuros fondos partidarios y por si fuera poco es conocido por haber maltratado a su ex esposa?
En su momento, Marisol dio muestras de decencia cuando con su actitud evidenció lo que venía pasando al interior del nacionalismo, cuando harta de las postergaciones renunció, pero ahora todo es materia de suspicacia. ¿Renunció acaso porque ya estaba en conversaciones con Acuña?, ¿sabía que del brazo del nacionalismo no iba a ninguna parte, por eso debía abandonar el barco para poder tentar por tercera vez una curul?
Marisol se había ganado el respeto de buena parte de la opinión pública, tenía su propio caudal, pero prefirió continuar en la senda del éxito inmediato, “cueste lo que cueste”.
¡Qué duda cabe de que estas son las elecciones de los cambalaches!, especialmente en el grupo de Alianza para el Progreso. Ahí tenemos a Anel Townsend, que ya perdimos la cuenta del número de partidos que ha apoyado en su vasta carrera política; Humberto Lay, que pareciera que se olvidó de la Restauración Nacional; y ahora Marisol, que en principio parecía distinta a ellos, pero no.
Marisol se inició en política con el Partido Nacionalista, luego de ejercer con éxito el periodismo en el centenario diario “El Tiempo” de Piura. Conozco a Marisol hace 30 años, desde nuestros tiempos en la Universidad de Piura, cuando ambas empezamos a estudiar Periodismo. He sido testigo de su esfuerzo y sus luchas, por lo que me cuesta pensar que considere que un proyecto político pueda cimentarse tomando a un cúmulo de universidades como base.
Ella ha vivido en carne propia lo que es la calidad universitaria, por lo que resulta extraño que avale esta manera de hacer política de Acuña.
Dadas las actuales condiciones, y de no mediar ningún cambio, lo más probable es que Marisol vuelva al Congreso, esta vez en las filas de Alianza para el Progreso, que llevará al Parlamento un variado perfil de congresistas, que fácilmente podrían unirse a la bancada del gobierno de turno, si Acuña no cumple sus expectativas. El cambio de camiseta no es novedad en este grupo.
¡Ay, Marisol! Alejarse con dignidad y esperar un tiempo, para luego volver con éxito y por la puerta grande, puede ser la mejor decisión. Jugar al corto plazo no siempre es un buen negocio.
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