La falta de norte frente a la inseguridad y la corrupción está llevando desesperadamente al gobierno a confundir sus propias capacidades y a crear comisiones, consejos y acuerdos de dudosa utilidad.
Aparentemente los promotores de estos “teatros de crisis” parten del supuesto de que tales comisiones, consejos y acuerdos van a llenar las carencias y fortalecer las debilidades del propio Ejecutivo, del Ministerio Público, del Poder Judicial, de la Contraloría y del Consejo Nacional de la Magistratura, cuyas competencias constitucionales y legales están para ser ejercidas plenamente y más bien reforzadas política y presupuestalmente.
Si frente al problema de la inseguridad se privilegia la atención de las necesidades del Ministerio del Interior en desmedro de las necesidades de la fiscalía y del Poder Judicial, no esperemos que un solemne Acuerdo por la Justicia haga milagros. No se necesita de la firma de ningún papel sustituto para que los magistrados Pablo Sánchez, Víctor Ticona y Guido Aguila hagan bien su trabajo, ni para que el presidente Pedro Pablo Kuczynski pueda convocarlos a su despacho y coordinar con ellos acciones drásticas, sin pasar, por supuesto, por un Consejo de Estado.
Carlos Basombrío tiene que romper con el dilema de ser ministro del Interior o director de la Policía Nacional. Dilema atroz: el director de la Policía Nacional siempre opacado por un ministro del Interior que busca hacer su papel; el ministro del Interior siempre perdido en las ramas del árbol y no cogiéndolo por el tronco. Basombrío ya debería dejar que el general Vicente Romero Fernández se ocupe de sus funciones, y él asumir, con los méritos que tiene, la macroconducción de la seguridad interna del país, que es más que perseguir delincuentes urbanos y sacar patrulleros incompletos a las calles. ¿Qué hacer con el terrorismo y el narcotráfico en el Vraem? ¿Recién conoceremos a nuevos agitadores de conflictos cuando estos nos estallen en la cara? ¿Qué hay de los sistemas de inteligencia vinculados con la seguridad? ¿Quién los maneja y digita? ¿Es quizás Gilbert Violeta, el presidente del partido de gobierno? ¿Sobrevendrán los chuponeos a periodistas, políticos y empresarios?
Kuczynski y Fernando Zavala tienen que poner las cosas en su sitio. Más jefatura de Estado para uno y más jefatura política de gobierno para otro. Menos mensajes dobles y menos discursos contradictorios. Ambos necesitan urgentemente recuperar autoridad en sus respectivos roles. Autoridad que les provee la ley y la Constitución, y no una Comisión Presidencial de Integridad que no es más que un adorno.
¿Acaso una bien empoderada Contraloría de la República no tendría que ser el brazo derecho del gobierno y del Estado en la lucha contra la corrupción, antes que estar distrayendo el tiempo de un ex defensor del Pueblo en inútiles propuestas burocráticas? No armemos más ‘teatros de crisis’ con ineficaces mandatos paralelos. Hagamos que nuestros poderes funcionen. Democracia no es sinónimo de debilidad.
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