Estimado lector, si le preguntasen, ¿a qué se debe que las ligas estadounidenses de deportes populares como el básquetbol, el béisbol o el fútbol americano se han mantenido competitivas por tanto tiempo, diría usted que es resultado de un mercado que se desarrolla de manera casi perfecta o producto de algunas regulaciones?
En un artículo publicado en “Poder” este año, Juan Carlos Ortecho nos detalla la respuesta. Efectivamente, son los clubes quienes dinamizan las ligas con sus inversiones y compras millonarias. Pero resulta que por propia voluntad, se han establecido autorregulaciones que además de proteger a los jugadores frente al poder de las empresas, desde hace dos décadas establecen topes salariales por jugador y para el total de la planilla para el básquetbol y el fútbol americano, así como un impuesto “de lujo” cuando el costo total de los jugadores supera un monto predeterminado para el caso del béisbol. Hay más. Para que no suceda lo que en Europa con el fútbol, donde un grupo de equipos dominan los campeonatos locales y regionales, en Estados Unidos, mediante un sorteo previo, los equipos con el peor desempeño de la temporada tienen prioridad para incorporar en sus equipos a los jugadores menores de 23 años que hacen su ingreso a la liga, procedentes de universidades o de ligas de otros países. ¿El objetivo? Asegurar un torneo competitivo y que sea atractivo para todos.
¿Por qué le contamos esta historia? Porque esa capacidad para generar autorregulaciones que beneficien a todos es justamente lo que no se dio en las universidades peruanas en los últimos veinte años de liberalización del mercado de la educación. Como tampoco se da en la televisión. Ni se dará. Porque en el Perú, la suma de unas pocas visiones cortoplacistas y egocéntricas ha impedido que construyamos una visión compartida donde el fin de lucro de unos pocos no esté por encima del bienestar de las mayorías.
Es esa visión estrecha de la realidad la que hoy pretende que el jueves se apruebe en el pleno del Congreso una norma (la famosa Ley Cotillo, en referencia al ahora célebre rector de la Universidad de San Marcos) para que nueve rectores de universidades públicas continúen en sus cargos contraviniendo la Ley Universitaria. Porque, se lo aseguramos, el objetivo es tumbarse esta última norma por completo. ¿Qué motivaciones están detrás del Apra y de Fuerza Popular para oponerse a una ley (la Universitaria) que cuenta con el 80% de aprobación entre los jóvenes? ¿Será su relación con la Universidad de San Martín de Porres y Alas Peruanas, respectivamente, la que los lleva a comprarse un pleito impopular en plena campaña electoral?
Mañana miércoles los jóvenes saldrán a marchar para frenar una iniciativa (la Ley Cotillo) que pretende asegurar un futuro promisorio a las universidades (y los partidos políticos), mientras continúan robándoles el sueño de un futuro mejor a ellos y a sus familias. Al parecer, en el Perú solo así es posible defender un sueño que debería ser el de todos nosotros.
MÁS EN POLÍTICA...
Marisol Pérez Tello (@marpereztello): “Discutir una alianza en este momento no es serio” ►https://t.co/0GsnWOrNAM pic.twitter.com/XiJDHQ9uwX— Política El Comercio (@Politica_ECpe) noviembre 24, 2015