El fin de semana, se anunció con algarabía el descubrimiento de un nuevo yacimiento petrolífero en el pozo Bretaña Norte del lote 95, ubicado en la provincia de Requena del departamento de Loreto. Es sin duda un descubrimiento muy positivo para el país, pues este hallazgo, según fuentes oficiales, permitiría una producción de hasta 40 mil barriles diarios, más de la mitad de la producción actual del Perú. Como el propio presidente de la República reconoció el día del anuncio, la explotación del yacimiento ayudaría a cerrar el déficit de consumo de petróleo, una brecha que actualmente supera los 150 mil barriles diarios.
Sin embargo, podría ser prematuro celebrar esta importante noticia. Después de todo, en los últimos años muchos proyectos extractivos se han quedado estancados debido a que no se ha logrado que la población del área donde se encuentran sienta que estos van a mejorar su calidad de vida.
Uno de los mecanismos para intentar conciliar los intereses de la población potencialmente afectada por este tipo de proyectos es el de la consulta previa. Ella debería servir, entre otras cosas, para informar a las comunidades involucradas sobre el impacto del proyecto en sus vidas, recoger sus preocupaciones, y dialogar sobre qué maneras existen para que todos los involucrados salgan ganando.
No obstante, a dos años de la publicación de la ley de consulta previa, aún no se conoce la base de datos oficial que especifica cuáles son los pueblos que deben ser consultados. No solo eso, sino que han pasado ya tres viceministros de interculturalidad (despacho encargado de elaborar dicha base de datos) y la última declaración oficial que se tiene al respecto es una del entonces ministro de Cultura Luis Peirano en mayo. Él advirtió que no se publicaría porque “puede crear confusión, expectativas innecesarias, problemas de todo tipo”. Lo que no advertía el entonces ministro era que las expectativas y confusiones ya existían y que la ausencia de la base de datos agrava aun más la situación. Y es que la falta de dicha lista genera inseguridad tanto en los pueblos que no saben si tendrán derecho a participar de la consulta, como en los inversionistas que necesitan conocer con quiénes tienen que dialogar para sacar adelante sus proyectos.
Por otro lado, un mecanismo que debería servir para unificar los intereses de las industrias extractivas y la población es la eficiente inversión de los recursos provenientes del canon. Esto, a fin de cuentas, es en lo que debería consistir la repetida inclusión social: en hacer partícipes del progreso económico del país a los más pobres.
Lamentablemente, la conocida incapacidad del Estado para convertir los recursos del canon en beneficios concretos para las comunidades aledañas a los proyectos extractivos hace que ellas no siempre compartan la alegría del anuncio de un nuevo hallazgo petrolero.
Loreto, de hecho, es una de las regiones del país que más ingresos percibe por concepto de canon y sobrecanon. Es la tercera región que más ingresos recibe por concepto exclusivo de canon y sobrecanon petrolero, acumulando S/.377 millones en transferencias para el gobierno regional, gobiernos locales, universidades e institutos locales en el 2012. Sin embargo, sigue siendo una de las regiones más pobres del país. Según el Índice de Competitividad Regional publicado por el Instituto Peruano de Economía en abril de este año, Loreto ocupa el último lugar en los índices de salud, educación e infraestructura.
No es coincidencia que, precisamente, el mismo día en el que se anunciaba el hallazgo en el lote 95 en Requena, en una audiencia regional organizada por este Diario, los ciudadanos de Loreto pedían precisamente que el desarrollo de la región los alcance también a ellos.
Resolver los problemas de la consulta previa y de la ejecución del canon demanda superar obstáculos que no son menores. Pero se trata de tareas pendientes a las que el Estado debe abocarse con urgencia, pues, de no hacerlo, van a seguir siendo muchos los casos en los que los recursos sigan enterrados en el subsuelo en vez de transformarse en verdadera riqueza.