Con muchos votantes aún indecisos tras una campaña bastante gris, llegamos a la semana previa a las elecciones. Los últimos sondeos solo reafirman la desafección que hemos venido observando todo el verano, y vuelven a mostrar movimientos que en un campaña normal serían anecdóticos. Frente a una situación en la que, como dijo Martín Tanaka hace poco, varios partidos están tan cerca de pasar a la segunda vuelta como de no superar la valla y perder la inscripción, esos pequeños cambios porcentuales se celebran (y se desdeñan) en todas las tiendas.
La última fotografía sugiere un empate múltiple en la punta, donde la distancia entre el primero y el quinto es de solo 3,5% en el caso de la encuesta de El Comercio-Ipsos. Mientras tanto, en la del IEP, hay seis puntos de diferencia del primero al sexto. Lejos de ir a las urnas con una idea clara de quién pasará a la segunda vuelta el 6 de junio, nos espera más bien un escenario abierto a diferentes posibilidades.
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Por ello mismo, es improbable que el mismo domingo tengamos resultados definitivos y lo mejor que se puede hacer es mantener la calma hasta que se terminen de contar los votos. A modo de precaución, recordemos los resultados a boca de urna de la elección congresal del 2020, que a pesar de sus muchas diferencias con una presidencial, presentaba números similares en la recta final.
El promedio de la diferencia, en términos absolutos, entre la boca de urna y el resultado final de los nueve partidos que entraron al Congreso el año pasado fue de 0,8%. Casi nada. La diferencia más significativa fue la del Frepap, que pasó de ser la sexta agrupación más votada con el 7% de la boca de urna, a ser la segunda (en empate con Podemos) con 8,38%, un salto de varios lugares por tan solo 1,38% del voto.
Además, y como para tomar en cuenta para esta elección, de acuerdo con la boca de urna, las dos fuerzas más votadas del Congreso pasado fueron Acción Popular y Alianza para el Progreso, pero los resultados finales colocaron a la agrupación de César Acuña en cuarto lugar en términos de votos recibidos (alcanzó el segundo número más alto de escaños, pero gracias a factores propios de la asignación de votos en curules, que no son relevantes en este ejercicio).
Así que mucha prudencia el domingo y en las horas siguientes al cierre de los locales de votación. No caigamos en el juego de algunos candidatos de deslegitimar el proceso electoral, como aquellos inspirados en el manual de Trump, que estiró la narrativa ficticia del fraude y el robo hasta causar la muerte de policías y civiles en una asonada contra el Congreso norteamericano que vivirá en la infamia. O de otros, como Keiko Fujimori, que no logra superar la derrota en segunda vuelta del 2016 (algo de karma cósmico en ello tras haber sugerido por décadas la idea de un Vargas Llosa resentido por perder la de 1990) e insiste en la idea de que debió solicitar un conteo adicional de votos.
Los márgenes se presentan muy estrechos y es muy probable que la información cambie a medida que las horas avancen. Hay que exigir responsabilidad a todas las tiendas partidarias y dejar que las autoridades electorales hagan su trabajo.