Desde que salieron los primeros audios que comprometen al presidente Martín Vizcarra en actos irregulares –por decir lo menos–, desde diversos sectores de la opinión pública se han dado intentos de enfocar la atención en lo que habría detrás de la difusión de este material y no en el contenido del mismo, que supondría algunos delitos que los implicados deberán responder ante las instancias respectivas.
El domingo “Panorama” presentó más audios en los que se escucha a las ahora exfuncionarias Mirian Morales y Karem Roca coludirse para mentir tanto a la fiscalía como al Congreso sobre la presencia de Richard Cisneros (Richard Swing) en Palacio de Gobierno para reunirse con el jefe del Estado, pero hasta el momento de escribir estas líneas las conversaciones más comprometedoras son en las que se escucha a Vizcarra coordinar con ellas y con Óscar Vásquez.
“Hay que ver lo que es y luego lo que se va a decir”, se escucha decir nítidamente a Vizcarra, quien admite que recibió a Cisneros. Las instrucciones de Vizcarra eran claras: si había cinco pedidos de ingreso, ellas debían decir que podían darse ese número de solicitudes, pero no siempre se concretaban. “Para efectos reales es que se da el pedido de ingreso, pero no se formaliza. […] Lo que tendría que decirse es que hubo solicitudes, pero que nunca entró porque no se llegó a formalizar. Eso es lo que se tendría que decir”.
Conocidas las órdenes del mandatario, este repitió ante la prensa el mismo libreto dado a sus colaboradoras. Pero es más fácil hacerse de la vista gorda y repetir “complot”.
Si bien los últimos audios tienen contenidos que implicarían aspectos privados e íntimos, estos no solo permiten conocer el círculo cercano del mandatario y todos sus alcances, sino que ahora cobraría sentido por qué Cisneros recibía abultadas compensaciones por servicios prestados al Ministerio de Cultura y cómo las obtenía.
En distintas circunstancias y siendo otros los protagonistas, diálogos de esta naturaleza no solo hubieran merecido un rechazo unánime, sino que las sanciones políticas ya se hubieran dado. Ayer, el jefe del Estado, lejos de ir al tema de fondo, reiteró que hay un complot. Lo cierto es que la Constitución prevé mecanismos de sanción política que deberán seguir su curso, pese a que ya se presentó ante el Tribunal Constitucional una demanda para evitar que el mandatario comparezca el viernes ante el Congreso cuando se debata la vacancia presidencial.
“Tengo que pedir disculpas al país porque una persona del despacho presidencial, en quien yo confiaba, ha generado esta situación con dichos sin base y sin fundamento alguno [...]. El Perú, en medio de la pandemia que estamos atravesando, con todos sus efectos, no merece estar distraído en esta situación generada por estos lamentables últimos sucesos”.
Si de algo tiene que disculparse Martín Vizcarra es de haber convertido Palacio de Gobierno en una cueva de mentiras y de haber denigrado la figura de la Presidencia de la República en momentos en que “todos sus esfuerzos” debieron estar enfocados en la lucha contra el coronavirus y no en tapar sus inconductas.