Es tal el grado de violencia homicida y destructiva instalada en el Perú que solo puede ser combatida con un claro enfoque de Estado, altamente eficaz en su dirección, estrategia y ejecución.
Por debajo de este enfoque, gobernantes, congresistas, fiscales, jueces, procuradores, policías y militares, con las leyes y las armas en las manos, así como ciudadanos de a pie, rodeados de miedo, zozobra y desprotección, todos, absolutamente todos, parecemos estar condenados a blandir palos de ciego sin dar en el blanco. Entendamos entonces que la guerra contra la violencia en el Perú, que es una guerra contra asaltos, secuestros, homicidios, extorsiones, feminicidios y terrorismo, planeados y organizados desde las cárceles y desde cárteles criminales extranjeros, con un promedio de cinco o seis homicidios al día durante la primera semana de enero, no es una guerra que pueda librarse desde los solitarios y desarticulados despachos oficiales, afanados en sus propios conflictos intersectoriales, disputándose la corona de la ineptitud y la impunidad.
Lo cierto es que entre los ‘héroes’ sin victoria de esta guerra y los ‘villanos’ de alquiler a los que el Estado con poder legal, policial y militar no puede perseguir, infiltrar, capturar ni finalmente derrotar, todos, los de arriba, los de abajo y los de en medio, todos, absolutamente todos, estamos perdidos.
Así, cuando en los 90 del siglo pasado estábamos todos absolutamente perdidos, con el terrorismo haciéndole el empate al Estado, como el crimen organizado lo hace hoy, entonces, precisamente un enfoque de Estado, claro, determinante, pudo arrancar el miedo y el horror de nuestras vidas. Aquel enfoque de Estado, construido autoritariamente, pudo haberse construido también democráticamente, cuyos usos correctos y efectivos del poder coercitivo parecieran hoy infundir debilidad y temor a nuestras autoridades gubernamentales, legislativas, fiscales y judiciales.
Necesitamos urgentemente un claro y eficaz enfoque de Estado que articule todas las estrategias, inteligencias y acciones policiales, militares, legislativas, fiscales y judiciales, frente al crimen organizado y el terrorismo de hoy. No podemos seguir esperando resultados del único ‘héroe’ en plaza, Juan José Santiváñez, más vocero presidencial que ministro del Interior. A propósito, hace mucho tiempo que, con tanta razia en los comandos de la PNP, cada general jefe de turno suele estar pintado en la pared frente a un siempre sobreexpuesto ministro del Interior.
No hay otra instancia útil y efectiva que hoy pueda articular mejor una acción conjunta contra el crimen organizado y el terrorismo que el Consejo de Estado. Lo ha probado más de una vez cuando ha sido convocado no para sacar de apuros a un presidente o presidenta, sino para adoptar decisiones realmente de Estado. Se trata de una instancia de facto que llena un vacío lamentablemente descuidado y que ahora deviene una oportunidad milagrosa por las graves circunstancias que atravesamos.
Presidenta, presidente del Consejo de Ministros, ministro del Interior, legisladores, fiscales y jueces, dejen de jugar a la gallinita ciega. Los peruanos no queremos estar más perdidos entre tantos ‘héroes’ sin victorias y tantos ‘villanos’ de alquiler con pistola en mano.