En el Perú, no debería extrañar a nadie que tanta gente se pase la luz roja, les falte el respeto a los policías, no pague sus impuestos, abra locales sin licencia o incumpla la ley de mil otras maneras. Después de todo, la principal autoridad del país, la que representa a todos los peruanos, es la primera en demostrar que la ley, por estos lares, puede ser ignorada sin consecuencia alguna. Y si el presidente puede sentarse cómodamente en la ley, ¿por qué el resto de peruanos no se sentiría legitimado a hacer lo mismo?
La infracción legal a la que me refiero es la misma que hace unos días detectó el Jurado Electoral Especial Lima Centro 1: el señor Humala violó el principio de neutralidad electoral, que establece que los funcionarios públicos no deben practicar ningún acto que favorezca o perjudique a determinado partido o candidato. ¿Cómo lo hizo? Pues afirmando públicamente que el padre de Keiko Fujimori es un “ladrón de marca mayor”, que los candidatos no acuden a lugares alejados porque “no tienen nada que ofrecer” y que los candidatos que acudieron a CADE hicieron “populismo empresarial”.
Como si no fuera suficiente violar la ley, haciendo gala de su capacidad para la criollada, el presidente envió luego a sus ministros a intentar una defensa leguleya de su evidente infracción. El ministro de Justicia argumentó que el jefe del Estado tiene la potestad de informar sobre lo que su gestión realiza con el dinero de los contribuyentes. Algo que, por cierto, nadie discute, pero que tampoco fue lo que hizo el señor Humala cuando descalificó públicamente a varios de los candidatos.
El primer ministro, por su parte, sostuvo que el presidente “tiene derecho a la libertad de opinión”. Lo que obvió, por supuesto, es que esta (como todo derecho) tiene algunos límites que impiden su abuso. Uno de ellos es que sea ejercida por un funcionario público de forma tal que le permita usar su encumbrada posición para perjudicar a los candidatos no oficialistas. Algo que claramente hizo el presidente.
El señor Humala, finalmente, también incurrió en la peruanísima costumbre de querer que la ley no se le aplique a él, pero sí al resto. Y es que en el 2011 su partido denunció al entonces presidente García por violar el principio de neutralidad, por haber declarado que el candidato de Gana Perú podría llevar al país a una situación de “carestía” si salía elegido. ¿Por qué en esa ocasión el señor Humala tenía tan claro que el presidente se encontraba obligado a respetar el principio de neutralidad, pero no le ocurre lo mismo cuando es él quien ejerce la presidencia y cuando son otros los que reciben los agravios?
Es grave que el primer mandatario haya desequilibrado la balanza de las elecciones. Pero más grave aun es que viole una norma abiertamente, sin sonrojarse y sin consecuencias, pues el mensaje que manda al resto de ciudadanos es que la ley no vale nada en nuestro país.
Hace poco, el señor Humala dijo que conducía “una combi con 30 millones de peruanos”. No sorprende que se identifique con el prototipo del chofer que se pasa la luz roja, que maneja irrespetuosamente y que se ríe de los que respetamos las reglas de tránsito.
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Gobierno ratificará tratado con Francia por visita de François Hollande ►https://t.co/5dpoqf7yCH Por @felipebarberom pic.twitter.com/Kqyv1GfA72— Política El Comercio (@Politica_ECpe) enero 9, 2016