La semana política aún no termina, pero ya ha brindado suficientes noticias como para escribir cinco columnas de opinión. Ante la diversidad de opciones, me voy a concentrar en dos hechos que contrastan, la inauguración de CADE y la detención de César Villanueva.
—La ética—
Elena Conterno ha sido la primera voz firme dentro del empresariado que ha condenado los aportes subrepticios a las campañas electorales y ha reconocido las limitaciones del crecimiento económico y eso hay que aplaudirlo. Conterno, presidenta de IPAE, inauguró CADE Ejecutivos 2019 con este lúcido discurso que me parece valioso reproducir:
“Los hechos conocidos recientemente [el financiamiento no declarado a campañas políticas] lamentablemente no solo empaña a una empresa, empaña a todo el empresariado. Y hoy, aquí, al iniciar este CADE, quiero decir fuerte y claro que rechazamos enérgicamente todo acto sin transparencia y esperamos que no vuelva a suceder jamás.
Estos hechos nos consternan, nos deben consternar a todos. Estos hechos nos reiteran que tenemos una fragilidad institucional. Además, nos recalcan que los beneficios que atribuimos a la economía de mercado y al sistema democrático, lamentablemente no están llegando a todos los peruanos.
Como líderes, como empresarios, como políticos, hoy nos toca, con humildad, reconocer que en muchas ocasiones lamentablemente no hemos tenido a todos los peruanos y a la ética en el centro de nuestras decisiones. Nos toca reconocer que tenemos un trabajo pendiente muy grande para lograr oportunidades para todos los peruanos”.
El aplausómetro del auditorio se quedó a la mitad. Hubo un grupo de empresarios que reconoció la valentía y vigencia de las palabras y otro que levantó una ceja y se conformó con brindar aplausos protocolares. Va a ser sumamente interesante conocer los resultados de la encuesta de Ipsos a los asistentes del CADE, pues incluye algunas preguntas sobre reforma política y modelo económico. Habrá que esperar al viernes para verlos.
—La hipocresía—
A estas alturas del acontecer político nacional es difícil generar indignación. Casi todo cae en la categoría de ‘una raya más al tigre’. Pero lo de César Villanueva realmente es de antología y merece una porción de bilis solo para él. Promotor de la vacancia de PPK –cuestionando sus vínculos laborales con Odebrecht–, aquel que se escabullía de madrugada en Paseo Colón a recolectar firmas fujimoristas, resultó haber recibido –presuntamente– coimas de la constructora brasileña a cambio de otorgarles la buena pro de una carretera en San Martín.
No contento con eso y para complementar el plato con una porción extra de mariscos, Villanueva, aquel que se paraba frente al Congreso a plantear cuestión de confianza para luchar contra la corrupción luego de las revelaciones del Caso Cuellos Blancos, la red de corrupción de jueces, fiscales y políticos destapada por IDL, se dedicó a buscar mover influencias en el Ministerio Público para librarse de las acusaciones de corrupción que pesan sobre él. Un personaje francamente deleznable.
Siguiendo el ejemplo de Elena Conterno, a Martín Vizcarra le toca hacer una fuerte autocrítica por haberlo tenido de mano derecha en el primer segmento de su gobierno.