La formación de la lista congresal de Fuerza Popular (FP) viene generando serios problemas a Keiko Fujimori. Al haber señalado que la postulación de los actuales legisladores de su partido está “en evaluación”, el mensaje ha sido claro para la vieja guardia: se pretende excluirlos de la campaña.
La estrategia de la candidata busca aminorar la alta resistencia que aún causa el fujimorismo en buena parte del electorado y así posicionarla para cruzar el umbral del 50% de votos que le fue esquivo el 2011.
La lideresa y sus asesores probablemente suponen que con estas salidas se ahorrarán constantes referencias –independientemente de su precisión histórica– a autosecuestros, interpretaciones auténticas, esterilizaciones forzadas, defensas a matanzas en Barrios Altos o La Cantuta, videos con Vladimiro Montesinos, autogolpes, entre otros.
No obstante, creer que el apartamiento de figuras como Martha Chávez, Luisa María Cuculiza o Alejandro Aguinaga contribuirá a borrar los pasivos del gobierno de Alberto Fujimori es cuestionable.
En efecto, pensar que los adversarios políticos del fujimorismo dejarán de recordar diariamente los pasivos de los 90 o que estos ya no serán relevantes para el elector solamente porque se hacen algunos cambios en la lista al Parlamento es cuando menos simplista.
Ello, además de que el comando de campaña de FP podría estar subestimando el efecto negativo de estas exclusiones en el votante duro fujimorista-albertista.
Pero más allá de si los cambios llegan a consumarse y de sus eventuales consecuencias, es importante conocer qué viene después de la vieja guardia. ¿Cuál es el flamante equipo que representa a la nueva generación del fujimorismo bajo el liderazgo de Keiko Fujimori y cuáles son sus ideas?
Por ejemplo, ¿es el congresista, financista y secretario general de Fuerza Popular Joaquín Ramírez un digno representante del nuevo talento naranja? ¿O también está en evaluación dado que se le investiga por lavado de activos?
¿Será que el hermano menor de la candidata, Kenji Fujimori, y sus teorías sobre la democracia delegativa, forman parte del fujimorismo moderno? E imaginamos que el siempre sobrio y mesurado congresista Héctor Becerril no perderá su espacio en la lista parlamentaria.
O quizás el nuevo fujimorismo está representado por aquel grupo de parlamentarios que viajan a mítines de su lideresa con recursos públicos y no ve un problema en ello.
Lo cierto es que no existe una generación visible de políticos fujimoristas que reemplacen a la llamada vieja guardia y los que existen no están libres de cuestionamientos propios.
Así, Keiko Fujimori parece desprenderse de experimentados operadores políticos con fuertes pasivos. Sin embargo, sus reemplazos no representan una real renovación, sino más bien nuevas caras con los mismos o peores problemas.
Veremos si la estrategia le resulta.
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