Cada cierto tiempo se pone en debate el incremento de la remuneración mínima vital. ¿De qué depende? Simplemente, de la agenda política del gobierno de turno.
Los aumentos del sueldo mínimo no son previsibles: la frecuencia, cantidad, modalidad, etcétera, dependen de cada coyuntura política. Este es uno de los típicos conflictos de interés o económicos donde difícilmente sindicatos y empresas llegarán a un acuerdo.
Proponemos una norma general que regule los aumentos del sueldo mínimo vital. Que señale la periodicidad (cada dos años por ejemplo, salvo situaciones excepcionales), la oportunidad (dos o tres meses antes de finalizar el año en curso para que comience a regir finalizado el mismo), los criterios técnicos (inflación, productividad laboral, costo de vida, tamaño de empresa, etc.) y el mecanismo (debate técnico en el Consejo Nacional de Trabajo y si hay unanimidad el aumento es lo acordado entre las partes; si no hay acuerdo, resuelve el Estado).
Sin embargo, lo urgente e importante no es el sueldo mínimo vital. Lo prioritario son las altas tasas de informalidad, desprotección social y subempleo que convierten al empleo adecuado en una categoría reducida y privilegiada (solo un cuarto de los trabajadores del país).
El Estado debe trabajar en promover el empleo formal, fomentar la productividad laboral, estimular la negociación colectiva directa, propiciar más espacios de diálogo, incentivar la empleabilidad de los trabajadores, apoyar realmente a las microempresas, etc.
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Cateriano sobre sueldo mínimo: “Queremos dejar las finanzas ordenadas” ► http://t.co/HkG24CNyHo pic.twitter.com/Rld0aIU3MY— Política El Comercio (@Politica_ECpe) agosto 1, 2015