Debe haber una mezcla de pena, enfado y temor en el presidente Ollanta Humala y en su esposa, Nadine Heredia, respecto a la suerte judicial de Martín Belaunde Lossio.
No es, sin embargo, una mezcla gratuita, porque el otrora amigo íntimo, asesor publicitario y socorrista financiero de los proyectos electorales de la pareja deberá responder por delitos cometidos a la sombra del poder político.
Y si Belaunde Lossio hizo los negocios ilícitos que hizo, moviéndose durante cuatro años como Pedro en su casa en los gobiernos regionales, es porque tenía la “venia” para hacerlo, la “venia” que la señora Heredia dice que no le dio. Y si no fue ella, ¿quién entonces? ¿El propio Humala?
¿Cómo Belaunde Lossio pudo mover tantos resortes de poder político sin la “venia” de quienes él consideraba que le debían favores? El problema es que la facturación de esos favores fue dirigida al tesoro público.
Desde la época de Fujimori y Montesinos no habíamos vuelto a ver poderes en la sombra como en el gobierno de Humala: desde poderes en la sombra como los que manejaba Belaunde Lossio y poderes en la sombra como los que fungen viceministros como Iván Vega, que despacha con el presidente por sobre la cabeza del titular de la cartera, hasta poderes en la sombra de los que hace gala la señora Heredia cada vez que rubrica su intervención en cambios ministeriales o en otros digitados por ella en el Congreso.
Son estos poderes en la sombra los que han desgastado y en ciertos casos anulado a Humala, como desgastaron y anularon en su momento a Fujimori. Increíble que quien nada quisiera deberle a los métodos del ex asesor presidencial Vladimiro Montesinos haya descendido a la práctica de los poderes en la sombra, que acaban convirtiéndose en la usurpación, en la apropiación de elevadas funciones públicas, inclusive de carácter constitucional.
Es comprensible que Humala y la señora Heredia estén hechos un ovillo de nervios frente al caso Belaunde Lossio. Pero es comprensible también que ambos estén cosechando lo que sembraron con los poderes en la sombra, aquí y allá.
Recuérdese el Caso Óscar López Meneses. ¿Qué poder en la sombra le dio la descomunal protección policial que tenía en su domicilio? Y al igual que Belaunde Lossio, fue la prensa y no el gobierno la que puso ese poder en la sombra al descubierto, aunque sin que hasta ahora pase nada.
Si no hubiera habido un poder en la sombra ligado a López Meneses, ¿por qué Humala tuvo que sacar a su ministro del Interior, Wilfredo Pedraza, destituir a su asesor presidencial en asuntos de Inteligencia y Seguridad Nacional, Adrián Villafuerte, y remover a la cúpula policial? Hizo una parte del control de daño y nada más. Pedraza ocupa ahora el lugar de Villafuerte y López Meneses, al que Humala llamó “basura”, goza de buena salud ciudadana.
Cuidado pues con los poderes en la sombra y más aun con la usurpación del poder legítimamente constituido.
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Ollanta Humala responde a Evo Morales: “Los presidentes no vamos a recoger presos” ► http://t.co/6CFsZ2UYHS pic.twitter.com/fLotlnDvKp— Política El Comercio (@Politica_ECpe) Mayo 30, 2015