Abrir la cajetilla, coger un cigarro, llevárselo a la boca, encenderlo, aspirar el humo y dejarlo salir lentamente por la boca. Este viejo ritual podría estar viviendo sus últimos años. Los riesgos que implica la combustión del tabaco están impulsando los esfuerzos de la propia industria por migrar hacia un mundo libre de humo.
Hace ya ocho años, el Instituto Nacional para la Salud y la Excelencia en el Cuidado del Reino Unido1 concluyó que no es la nicotina, sino las toxinas y los carcinógenos que están presentes en el humo del tabaco, las principales sustancias que causan enfermedades o muertes. Hoy, se conoce que en el humo ocasionado por la combustión de los cigarrillos se encuentran más de seis mil sustancias químicas: plomo, arsénico, amoniaco, ácido cianhídrico, monóxido de carbono y hasta elementos radiactivos como el uranio, entre otras.
Alrededor de cien de estos químicos tienen la capacidad de causar enfermedades graves relacionadas con el hábito de fumar, como enfermedades cardiacas y pulmonares.
ALTERNATIVAS MODERNAS
Gracias a los avances científicos y tecnológicos, alternativas diferentes a los cigarros ahora están disponibles para los fumadores adultos que estén buscando una mejor opción para consumir nicotina. Estas alternativas – que, en vez de generar humo, producen vapor - no involucran la combustión y, por ende, reducen sustancialmente los niveles de los componentes nocivos, en comparación con el humo de un cigarro.
Este es el caso de los cigarros electrónicos o de los sistemas de calentamiento de tabaco. Los primeros calientan un liquido de nicotina y los segundos una unidad de tabaco; sin fuego, sin arrojar ceniza y lo más importante, sin involucrar la quema de una materia orgánica. Por ejemplo, los estudios de Phillip Morris International han arrojado que sistemas de calentamiento de tabaco generan 95% menos sustancias químicas nocivas que un cigarro común, debido a que no quema el tabaco.
NICOTINA SIN HUMO
Fumar cigarros es un hábito destinado a extinguirse. O, al menos, así lo imagina una de las tabacaleras más grandes del mundo: Phillip Morris International. A lo largo de más de una década, la corporación ha invertido 8.100 millones de dólares en desarrollar productos libres de humo, como cigarros electrónicos o sistemas de calentamiento de tabaco que no superan los 350 ºC, muy lejos de los 600 ºC que, como mínimo, necesita el tabaco para su combustión.
Estos resultados van en línea con otros estudios como el del Instituto Nacional de Japón. Hace cuatro años, esta institución señaló que los niveles de concentración de compuestos peligrosos en el vapor de un producto de tabaco calentado son mucho más bajos que los del cigarrillo.
La evidencia científica ha sido considerada por diversos países para generar políticas que permitan hacer frente al hábito del tabaquismo mediante la reducción de sus riesgos. Así, solo el año pasado, países como Estados Unidos, Nueva Zelanda y Filipinas adoptaron regulaciones legales especiales para productos de tabaco no combustible, diferenciándolos de los cigarros tradicionales.
REPORTAJE PUBLICITARIO
* Entre Philip Morris Perú y El Comercio existen acuerdos comerciales a efectos de publicar este artículo