Desde que se confirmó el primer caso de coronavirus en Perú, el 6 de marzo, los peruanos adaptaron nuevos hábitos, como el distanciamiento social y el uso de la mascarilla, un elemento fundamental de prevención, pues funciona como la primera barrera contra un posible contagio de la COVID-19. En ese contexto, la disponibilidad de este artículo se hizo cada vez más escasa, sobre todo en el personal de salud.
Ante esta situación, Softys tomó rápidamente la iniciativa, instaló equipos para la producción masiva de mascarillas y se comprometió a donar las primeras unidades producidas. Así ha donado más de tres millones de mascarillas quirúrgicas al Ministerio de Salud (MINSA) y a las municipalidades de Lima y La Victoria.
EN TIEMPO RÉCORD
En solo dos meses Softys adquirió, importó, instaló y puso en funcionamiento la flamante maquinaria que, en su ubicación en la planta de Santa Anita, comenzó a producir la última semana de mayo. “Desde el principio de la emergencia se hizo evidente que las mascarillas serían clave para la contención del virus, sobre todo en la ‘nueva convivencia’. Por eso actuamos rápido”, señala Ricardo Venegas, gerente general de Softys Perú.
Estas donaciones responden al propósito corporativo de Softys. “Es lo que se espera de una empresa enfocada en el cuidado personal y la higiene de las personas”, indica el ejecutivo de la firma fabricante de reconocidas marcas como Elite, Babysec y Ladysoft. Además, la máquina capaz de producir hasta ochenta mascarillas por minuto —y más de un millón por mes— permitirá que el mercado peruano disponga de una producción local masiva y de calidad.
Softys no solo está comprometida con la innovación en la higiene y cuidado personal; también se preocupa por las necesidades de las personas, sobre todo en un contexto donde la solidaridad de la empresa privada es vital para superar la crisis.
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