En un reportaje especial que el periodista colombiano Juan Camilo Hernández Meléndez, de Diario El Tiempo de Colombia, escribe sobre el pasaje Michonik, él la describe como una escena postapocalíptica a simple vista. Se refiere al primer conjunto residencial que tuvo Bogotá que desde 1930 brindó refugio a familias que huían de Europa.
Qué es el pasaje Michonik, qué misterios esconde y aspectos se pueden destacar de este pedazo de Bogotá que cautiva a sus nacionales y extranjeros; en esta nota te lo contamos.
QUÉ ES EL PASAJE MICHONIK
El pasaje Michonik es el primer conjunto residencial que tuvo Bogotá. En 1928 Jorge Michonik, un empresario judío, compró un lote para construir nueve casas agrupadas en lo que hoy solo hay un paisaje consumido por la maleza y que se ve descuidada por el paso de las décadas.
La estructura, que en sus mejores años sirvió de refugio para quienes huían de Europa hacia Latinoamérica, hoy luce con grafitis y humedad que consume los muros de las casas.
El pasaje Michonik se encuentra entre la estrecha carrera 2.ª entre calles 11 y 12. Con un panorama disruptivo de lo que muestra la belleza clásica de la arquitectura colonial y los modernos edificios que la rodean, muestra la huella imborrable de la inmigración judía. Un refugio frente a las hambrunas y otros horrores que se vivieron en Europa durante la primera mitad del siglo XX.
LOS MISTERIOS OCULTOS DEL PASAJE MICHONIK
El singular pasaje Michonik, no era algo que destaque en su tiempo, según lo mencionan algunos historiadores entrevistados por El Tiempo de Colombia. De hecho, no era tan famosa como lo era ahora. Los pasajes residenciales ya existían desde la última década del siglo XIX.
Entonces, ¿Qué hace particular al pasaje Michonik? Según los especialistas en materia arquitectónica, este espacio ubicado en la capital de Colombia refleja la necesidad en ese entonces de optimizar el espacio para alojar a más personas en una zona reducida.
Fueron siete viviendas de una sola planta ubicadas a los costados y dos en el fondo del pasaje, colindando con los cerros. Estas últimas contaron con dos pisos, lo que les otorgó una vista privilegiada del complejo y buena parte de La Candelaria.
En un inicio este pasaje fue construido para el alquiler de las viviendas, modernas en ese entonces, que brindaban a las familias privacidad sin abandonar la vida comunitaria.
Pero más allá de cumplir con la función de arrendamiento imaginada por Jorge Michonik, el pasaje se convirtió en el hogar de muchas familias judías que cruzaron el océano con la esperanza de una vida nueva. Jorge, quien para entonces ya era un empresario destacado, se convirtió en figura preponderante para la comunidad judía que buscaba echar raíces en Colombia.
QUÉ SE PUEDE DESTACAR DEL PASAJE MICHONIK
En la actualidad, el pasaje Michonik llama la atención de especialistas y de curiosos turistas que viven intrigados por el disruptivo panorama que ofrece.
Pese a que la historia del pasaje se nubla entre historiadores y registros oficiales. Este inmueble estuvo habitado hasta 2009 por unas pocas personas, pues las condiciones de la estructura amenazaban seriamente a los inquilinos y estos tuvieron que marcharse. Los muros se hicieron débiles e incluso los techos de algunas viviendas tuvieron que ser retirados.
Actualmente solo se puede ver desde la reja que separa el corredor de la calle 2.ª De las siete casas de los costados solo sobrevive la fachada, pues el interior está lleno de escombros. Mientras que las dos viviendas del fondo conservan escaleras y algunos muros.
En los últimos años se han popularizado los recorridos turísticos por las antiguas calles de La Candelaria que tienen como objeto principal las historias paranormales. El pasaje es en la mayoría de estos trayectos una estación obligada.