La tercera generación de la BMW X3 ha sufrido muchos cambios, siendo el estético uno de los aspectos principales. Según el propio Calvin Luk, responsable de diseño de la X3, la intención al hacer esta tercera generación fue que el aspecto sea mucho más audaz y deportivo.
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Los característicos riñones frontales ahora son más grandes y fueron colocados en una postura un tanto erguida para dar más presencia. Es como si estos salieran del capó. Además, son funcionales, pues influyen en la refrigeración del motor y la aerodinámica.
Esta X3 no solo se ve bien, sino que ahora es más grande. Es 51 mm más largo (4.708 mm), 15 mm más alto (1.676 mm) y 10 mm más ancho (1.891 mm), lo cual otorga mayor presencia. De hecho, la distancia entre ejes también crece en 54 mm y ahora es de 2.864 mm, lo cual repercute en el espacio interior y espacio de carga.
Una vez ingresamos a la X3, la primera impresión es de mucha calidad. Si comparamos los habitáculos de la generación anterior con la actual, encontraremos más de una diferencia muy marcada. El tablero tuvo un rediseño que ahora lo hace ver mucho más moderno.
El volante, por su parte, también fue rediseñado y ahora tiene un look más acorde con los últimos productos de BMW. La calidad de acabados es otro salto en esta X3, pues los materiales son agradables al tacto en casi todo el habitáculo.
En cuanto al confort, los asientos son muy ergonómicos y tienen múltiples regulaciones eléctricas (aunque faltó una lumbar de serie), por lo que encontrar una posición de manejo es bastante fácil.
La BMW X3 viene plagada de tecnología, factor que la convierte en una de las referentes del segmento. Empecemos por la gigantesca pantalla central de 10,2 pulgadas. Al igual que en el Serie 5, esta puede incluir un control de gestos y la interfaz es excepcionalmente amigable. Para los amantes de la música, hay Spotify incorporado. ¿Qué más podríamos pedir?
En tanto, los gráficos de la pantalla y la resolución de la cámara son excepcionales. De hecho, tenemos varias configuraciones en la cámara y hasta una de visión periférica. De manera opcional también podemos tener otras de las últimas tecnologías de BMW, como instalar el sistema de ambientador o tener la llave inteligente, esta que tiene una pantalla en la que podemos ver información útil sobre el auto.
Por último, el panel de instrumentos ahora es totalmente digital, aunque no parezca; pasa que tenemos unos bordes en los indicadores que nos hacen pensar que es un instrumental analógico.
La versión que probamos es la sDrive 20i, la cual lleva un motor turbo de 2,0 litros que produce 184 HP y que va ligado a una caja automática Steptronic (de convertidor de par) de ocho velocidades. Si bien la tracción es integral permanente, aquella puesta a punto tan de BMW hace que siempre tengamos mayor tracción en el eje posterior, transmitiendo par al eje delantero solo si es necesario.
Para las dimensiones que movemos, un cuatro cilindros de 184 caballos podría parecer poco; sin embargo, se trata de una mecánica progresiva, muy suave al entregar la potencia y el par, pero a la vez lo suficientemente versátil como para sacar un lado más agresivo.
Continúa leyendo la prueba a la BMW X3 en la edición 646 de Ruedas&Tuercas.
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