El Audi A3 se renueva aplicando la misma fórmula con la que empezó: mezclar calidad mecánica, equipamiento y confort. Probamos la versión Sportback (hatchback).Seguir a @ruedasytuercas !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Audi siempre se ha caracterizado por buscar la perfección en aspectos casi imperceptibles. Bajo esa premisa, lanzaron el A3 en el Salón de Frankfurt de 1996.
Por ese entonces, el segmento de compactos era tradicionalmente generalista y lo que hicieron con el A3 fue revolucionar el mercado, pues su diseño y equipamiento lo separaban de lo convencional, posicionándolo como premium.
La fórmula le funcionó tanto a Audi que lanzaron un A3 con carrocería sedán y mayores motorizaciones. Esta fórmula, sigue funcionando veinte años después.
Nos subimos al facelift del A3, el Sportback, que llegó a la mitad de su ciclo con algunas renovaciones a nivel de diseño, equipamiento y mecánica. ¿El resultado? Placer. Mucho placer.