El Audi RS3 se distingue por su apariencia de maloso. Sus anchos guardafangos reflejan las largas horas de gimnasio a las que ha sido sometido y lleva también gigantes aros de 19 pulgadas, con llantas deportivas de bajo perfil, que cubren sus masivos frenos. Visto desde atrás, lleva un alerón sobre la tapa de la maletera, mientras que en la parte baja del parachoques se le ha introducido una moldura con deflectores aerodinámicos que se incorporan al terminal de escape de doble salida. Su capot esconde un poderosísimo motor de cinco cilindros, de 2,5 litros, turbocargado, con intercooler e inyección directa, que produce notables 340 HP y casi 46 kg.m de torque. Este impulsor va ligado a una caja de cambios automática de doble embrague y siete velocidades, la cual tiene la particularidad de pasar rápidamente de marchas, tanto al subirlas como al rebajarlas. La tracción, como no podía ser de otra forma para Audi, es la característica integral quattro. El test completo del Audi RS3 lo puede encontrar en la edición N° 551.