Puede parecer muy pronto para que Billie Eilish haga un documental sobre su historia, pero en estos últimos dos años se ha escrito y dicho tanto de ella que tener una aproximación a su vida y carrera en primera persona es ya de por sí una propuesta interesante. Sobre los artistas que nacieron en las redes sociales se dice que ya han creado un relato propio a través de lo que comparten allí de su rutina sobre y fuera del escenario, pero la película dirigida por R.J Cutler (“The September Issue” y “Listen to Me, Marlon”) nos recuerda el valor de lo documental, que en este caso ha sido estructurado con mucha sensibilidad para entender lo compleja que es una industria que, un día, puede llevar a una persona al estatus de un semidiós para luego devorarla y desecharla.
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A diferencia de otros documentales de estrellas juveniles, “Billie Eilish: The World’s A Little Blurry” no tiene un narrador. Tampoco vemos a viejos amigos ni maestros o ejecutivos de disqueras contando cómo era antes de la fama. Porque, al ser ella parte de una generación que nació con cámara en mano, se ha encargado, junto a sus padres y hermano, de grabar cada paso que ha dado desde que puede caminar. Entonces, el documental se sostiene mucho- sobre todo en la primera parte- en videos caseros.
La película arranca con Billie a los 13 años, cuando grabó “Ocean Eyes”, la canción con la que despertó interés en redes sociales, pero no le cede muchos minutos a esa etapa ni a la infancia de la cantante. Es precisa y plantea lo importante con poco. Se establece muy pronto que su mundo se sostiene en el vínculo que tiene con su familia: fue educada en casa por sus padres artistas y aprendió los conceptos de armonía y melodía antes que otras cosas. “¿Mi familia es una puta canción”, dice antes de que la veamos trabajando con su hermano Phineas (O’Conell) en los temas que luego serían parte de “When We All Fall Sleep Where Do We Go?”.
El documental crece mucho con estas escenas que nos permiten entender el mundo creativo de los hermanos O’Connell, de cómo pueden darle más emociones a una canción usando un recurso tan simple como una toalla de baño sobre un micrófono o lo claro que tiene sus conceptos Billie como para grabar con su madre en el jardín de su casa una suerte de video ensayo que luego se convertirá en el clip oficial de “when the party’s over”.
UN EJÉRCITO PARA NO CAER
A diferencia de otros documentales de estrellas juveniles, esta película no se esfuerza por que se note el contraste de la transición de Billie de adolescente desconocida a ídolo de multitudes. Son las emociones que van apoderándose de ella y golpeándola hasta el punto de que la vemos desmoronarse por momentos los que nos dan esos claroscuros. Las escenas que se producen con su show en el festival Coachella 2019 nos permiten entender la presión descomunal a la que ahora se enfrenta.
Su devoción por Justin Bieber -de la que todos sus fans y no tan fans estamos al tanto- en el documental también se aborda desde un ángulo muy diferente, el foco no está en lo anecdótico que resulta que una ex ‘believer’ cumpla, años después, el sueño de cantar con él, sino en el paralelo que se traza entre sus vidas: al ser personas que pasan de una existencia muy común a tener millones de seguidores, personas que los detienen por las calles en cualquier circunstancia y que los juzgan por cómo se ven, qué dicen y hasta por lo que no hacen.
“No entiendo cómo los artistas que han pasado por esto pueden sobrellevarlo sin el apoyo de sus padres, de alguien que te ame más que a la vida misma”, dice la madre de Billie al borde del llanto cuando lee un mensaje que Justin Bieber le ha escrito a su hija. Y cuando, en otro momento, se plantean la posibilidad de que un día el ritmo de vida de artista top se vuelva tan intolerable para Billie que solo encuentre consuelo en las drogas, su madre tiene las palabras precisas: “Tienes un ejército de personas que te quieren acompañándote para que no caigas como han caído otras personas antes”.
ESE ESTÚPIDO DOLOR
Desde el estreno de “Billie Eilish: The World’s A Little Blurry”, se ha hablado mucho de la relación que la cantante tuvo con el rapero Brandon Quention Adams, alias 7: AMP, de la que no había hablado nunca antes en público, y que se muestra sumamente tóxica en la película.
Mientras su disco debut genera millones de reproducciones por día en las plataformas de streaming y los boletos de sus conciertos se agotan en segundos, a Billie Eilish no le contestan los mensajes y llega al punto de tener que ofrecer entradas a su novio y sus amigos para Coachella para poder verlo, aunque, luego, nuevamente, no le contestan el teléfono.
El cómo la música -y, una vez más, un entorno familiar que le da libertad para equivocarse, pero que siempre está presente- la ayudan a recuperarse de situaciones como esta es otro elemento que le da mucha humanidad a este documental. Y es que la película encuentra su principal mérito en eso: trascender del simple registro de un momento en la vida de una estrella para mostrar un retrato muy real de la fama.
LA FICHA:
Sinopsis: Una mira intimista sobre el éxito extraordinario de la cantante adolescente Billie Eilish. El documentalista R.J. Cutler la sigue en su viaje por la carretera, escenario y en casa durante la grabación y composición de un álbum que le cambió la vida.
Director: R.J. Cutler
Plataforma: Apple TV+.
Duración: 2 horas y 20 minutos.
Clasificación: 14+ (Perú).
Títulos similares: “Miss Americana”, “Gaga: Five Foot Two”, “Kurt Cobain: Montage of Heck”.
Calificación: ★★★★.
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