“Loki es muy apuesto. Es elocuente, convincente, atractivo y el más taimado, sutil y artero de todos los habitantes de Asgard. Es una pena, por lo tanto, que albergue tanta oscuridad en su interior: tanta ira, envidia y lascivia”, escribe el británico Neil Gaiman, en su reciente libro “Los dioses nórdicos”. Allí, el creador de “Sandman” nos cuenta que el hijo de la hermosa Laufey y el temible gigante Farbauti, es capaz de caminar por el cielo con zapatos voladores y que puede cambiar de forma para parecer otra persona o animal. Sin embargo, el autor advierte que la verdadera arma de Loki es su mente. “Es más sutil e ingenioso que cualquier otro dios o gigante. Ni siquiera Odín lo supera en astucia”, escribe.
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Esa es la actitud del semidiós que viene encarnando el actor británico Tom Hiddleston desde hace una década, en el arco argumental iniciado en Thor (2011) de Kenneth Branagh y luego las diferentes entregas de “Los vengadores”. Sin embargo, Loki es mucho más que un personaje elegante y traicionero, susceptible y competitivo. Hay una razón para que todos los dioses lo toleren: sus planes y estratagemas salvan a Asgard con tanta frecuencia como causan problemas. En efecto, a pesar de que Loki fue un gran problema para los dioses (provocó la muerte de Balder, el nacimiento de Fenrir y otros monstruos que podrían eventualmente engullir el mundo...), les proveyó de los más preciados artículos, desde el martillo de Thor a barcos que volaban, y estas herramientas fueron de gran ayuda para ayudar a los dioses a derrotar al mal. Él trae el Ragnarök, pero también les proporciona los medios para superarlo. “Gracias a Loki, el mundo es mucho más interesante, pero también más peligroso. Loki es padre de monstruos y autor de infortunios. Es un dios retorcido y taimado”, apunta Gaiman.
Para los lectores del siglo XX, Loki conoció una nueva vida fuera de los mitos nórdicos en las aventuras de Thor, ilustradas por el maestro del comic norteamericano Jack Kirby, con guiones del propio Kirby y de Stan Lee, y los diálogos de Larry Lieber, hermano de Lee. Kirby diseñó al dios del trueno como un adonis rubio e hipermusculado, mientras que su hermano Loki era feo, sardónico y los cuernos en el casco combinaban con su malevolencia. Sin embargo, ambos personajes, así como la ciudad de Asgard presentada como un reino futurista de edificios de cristal, guarda muy poca relación con las fuentes originales. En efecto, en “Mitos de los pueblos nórdicos”, texto de referencia escrito en 1960 por Roger Lancelyn Green, Asgard resulta una fortaleza vikinga en un paramo helado. Odín no es un dios amable, sabio e irascible, sino más bien inescrutable y peligroso; Thor es igualmente fuerte, pero resultaba bastante limitado intelectualmente hablando. Y Loki no era tan malo como lo pintaron.
En efecto, se supone que la “maldad” de Loki es en realidad tan solo figurativa, ya que los nórdicos no lo consideran un villano, sino más bien un antagonista que propiciaba las dificultades a Odín. Se cree que esa “villanía” está impuesta por la influencia (más que analogía) de una forma de maniqueísmo de la religión cristiana, así por ende Loki no era malo, sino un ambiguo antagonista, al transcribirlo se lo tomó como “opuesto al dios principal”. Por eso se lo considera erróneamente como malo, en vez de ambiguo.
“Historia, religión y mitología se combinan y nos impulsan a hacernos preguntas, a imaginar y deducir, como detectives empeñados en reconstruir los detalles de un crimen olvidado mucho tiempo atrás. Gran parte de las historias nórdicas se han perdido. Es mucho lo que ignoramos. Solo conservamos algunos mitos, que han llegado hasta nosotros en forma de cuentos populares o de reelaboraciones en verso o en prosa de antiguas historias. Fueron recogidos por escrito cuando el cristianismo ya había desplazado el culto a los dioses nórdicos”, explica Gaiman.
En efecto, si reconstruimos su historia, el nombre de Loki suele asociarse con el truco y el timo, alguien que podía tomar varias formas. Por ello se le conoce como “el dios astuto”, “el transformista, “el caminante del cielo”, “el mago de las mentiras”, o “el dios del caos. A pesar de los diferentes estudios sobre su imagen, su figura permanece inasible: no existen testimonios de un culto formal, y su nombre tampoco aparece asociado a algún lugar o paisaje. Así, al no tener culto ni seguidores, se puede considerar a Loki un ser mitológico en vez de una deidad celta. Sin embargo, para otros especialistas, es justamente por que Loki encarnaba el mal es que los temerosos pueblos nórdicos no le erigían templos, ni se le ofrecían sacrificios, y solo designaron con su nombre las más perjudiciales malas hierbas.
Loki ocasionalmente trabajaba junto a los otros dioses. Por ejemplo, engañó al gigante que construyó las murallas alrededor de Asgard sin ser pagado por su trabajo, al distraer al caballo del gigante transformándose en una yegua en celo. De este modo se convirtió en la ‘madre’ del caballo de ocho patas de Odín, llamado Sleipnir. En otro mito hace competir a los enanos entre sí en una prueba de habilidades. Esto llevó a que los enanos fabricaran la lanza de Odín, Gungnir; el barco de Freyr, Skíðblaðnir; y la peluca dorada de Sif. Asimismo, Loki logra, con Thor a su lado, recuperar el martillo Mjölnir después de que el gigante Thrym lo robara con el fin de pedir a Freyja por esposa como intercambio (literalmente, hizo que Thor se disfrazara de mujer). Asimismo, Loki jugó un papel importante en la creación del hombre, dotándolo con el movimiento y causando que la sangre circulara libremente por sus venas, por donde era inspirado con las pasiones.
Una de las tantas travesuras de Loki consistió en cortar los cabellos de Sif, la esposa de Thor. Este último, enfurecido, atrapó a Loki, quien le prometió que Sif recuperaría su dorada cabellera. Loki se dirigió a la morada de los enanos, ubicada bajo tierra, a encargarles el trabajo a los hijos de Ivaldi, que eran considerados los mejores artesanos.
Sin embargo, la causa de la caída de Loki se debe al asesinato de Balder, el dios de la luz, a quien odiaba por su inmaculada pureza. Este ya tenía pesadillas en las que presagiaba su muerte y se lo comentó a los demás dioses. La diosa Frigg, su madre, recorrió el mundo haciéndole jurar a todas las cosas que jamás harían daño alguno a su hijo. De ahí que en las asambleas los dioses se divirtieran arrojándole objetos, ya que sabían que ninguno podía herirlo. Cuando Loki supo de esto se enfureció y fue a hablar con Frigg bajo la forma de una mujer, contándole lo que sucedía, y le preguntó si había hecho jurar a todas las cosas para que no dañaran a Balder. Frigg recordó que no había considerado necesario hacer jurar al muérdago, por considerarlo inofensivo. Loki conociendo esto, hizo un dardo utilizando una rama de muérdago, luego fue al Thing y engañó a Höðr, el hermano ciego de Balder, e hizo que le arrojase el dardo, matando así a Balder.
Hela, la regente de los infiernos, puso como condición para devolver a Balder, que todas las cosas lloraran su muerte. Los dioses encontraron en una cueva a una gigante llamada Thokk y le suplicaron que derramara lágrimas para así poder regresar a Balder. La gigante se negó y fue el único ser que no derramó lágrimas por la muerte del dios diciendo “dejemos que Hela conserve lo que tiene”, evitando así que Balder regresase del infierno. Los dioses sospecharon que la gigante en realidad era Loki disfrazado, lo que los hizo enfurecer aún más.
Llenos de ira por la muerte de Balder, los dioses comenzaron a buscar a Loki, quien se refugió en una montaña. Allí construyó una casa con cuatro puertas para poder vigilar todas las direcciones. A veces durante el día se transformaba en salmón y se escondía en las cascadas de Fránangr. Pensó en la forma en que podrían atraparlo y tejió una red de pesca de lino. Cuando vio que los Æsir se encontraban cerca, quemó la red, se transformó en salmón y se arrojó al río. Sin embargo, Thor logra atraparlo de la cola.
Los dioses también atraparon a Narfi y Váli, los dos hijos que Odín tuvo con su esposa Sigyn, transformando al segundo en un lobo que se volvería contra su hermano para matarlo. Luego usaron las vísceras de Narfi para atar a Loki a tres bloques de piedra. Se colocó una víbora sobre su cabeza de modo que el veneno de esta goteara sobre su cara. Sentada a su lado, su esposa Sigyn recogería casi sin pausa el veneno de la serpiente en un cuenco de madera. Sin embargo, cuando al llenarse debía arrojar el veneno, parte de este caería siempre sobre su rostro. Cuenta la leyenda que el dolor de Loki resultaba tan terrible que sus esfuerzos por liberarse generaban los temblores en la tierra. Su castigo durará hasta el ocaso de los dioses, o lo que se conoce como el Ragnarök.
Llegado ese momento, Loki se liberaría en medio de un gran terremoto para liderar a los gigantes en la lucha contra Heimdall, el vigía del puente de Asgard. Ninguno de los dos sobrevivirá a la batalla.
Así, queda claro que el dios Loki es uno de los personajes más incomprendidos de los mitos nórdicos. Convertido en una especie de demonio a causa de la reinterpretación cristiana, fue confundido con Saturno, que también había sido desprovisto de sus atributos divinos. Por cierto, el último día de la semana que era sagrado para Loki, era conocido en estos pueblos como Laugardag (o día del baño), pero en inglés fue transformado en Saturday (sábado). Se decía que tal nombre se debía no a Saturno sino a Sataere, el ladrón de la emboscada y dios teutón de la agricultura, supuestamente otra mera personificación de Loki.
Ya lo había señalado el psicólogo Carl Jung en su “El demonio y la sombra”, analizando el problema del mal desde la psicología analítica: Todo hombre intuye el lado oscuro existente dentro de la naturaleza y la divinidad, y por ello se pregunta por las entidades de la noche, del mundo de los muertos y los seres que encarnan sus miedos. Han pasado siglos desde entonces, y el inquieto dios se ha convertido en una de las figuras más interesantes de la franquicia Marvel. Quién sabe si esta sea la más celebrada broma del dios de los embustes.
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