“Tengo que decir que me parece innecesaria, irrespetuosa y desafortunada la manera en que la producción decide tratar a una mujer, su hija, para terminar este capítulo de su historia. Sexualizándola explícitamente a los 19 años de edad y violentando su intimidad”, dijo Michelle Salas, la hija de Luis Miguel, en un comunicado tras la emisión del capítulo final de “Luis Miguel, la serie 2″.
Tanto madre, Stephanie Salas, como hija, Michelle Salas, y la audiencia del programa han erizado la piel con la escena del desnudo de Macarena Achaga, quien interpreta a la primogénita del ‘Sol’ de México, en un hotel de España. El supuesto romance entre el manager y mejor amigo del cantante, Alejandro Ascensi (con el nombre ficticio de Mauricio Ambrosi), fue la gota que derramó el vaso para la joven modelo e influencer de 32 años que, según los biógrafos del artista, parece no tener contacto con su padre.
MIRA: “Luis Miguel, la serie”: la verdadera historia del romance de Michelle Salas con el mánager del ‘Sol’
Corte seco. Aparece la adolescente de 19 años con el torso desnudo, mientras mantiene relaciones sexuales con Ambrosi, de pronto, suena el teléfono y quien llama es Luis Miguel, que no tenía ni idea de este amorio secreto. Un romance que lo cambió todo y marcó distancia entre padre e hija, según el libro “Luis Mi Rey” de Javier León Herrera.
Stephanie Salas, la madre de Michelle, mostró también su indignación en redes sociales. “Han agredido la dignidad e integridad de mi hija”, escribió quien mantiene su vida personal lo más lejana de los reflectores.
Sin embargo, hablar de imagen y de “sexualización” es, de hecho, uno de los temas más complejos. Según el ‘paper’ “Mujeres en miniatura: sexualización de las niñas en publicidad y concursos infantiles de belleza”, la “sexualización” es una forma dominante de la cultura, donde las niñas aspiran a modelos glamurosos y atractivos, según apunta, “la adolescencia es una frontera muy temprana para convertir a una niña en un objeto del deseo sexual”.
Desde la perspectiva de este artículo científico, la misma Michelle Salas podría irrumpir en un contexto publicitario de sexualización de la imagen femenina, cuando publica fotografías mostrando un poco de piel en redes sociales. ¿Pero es eso sexualizar para el resto?
Vanessa Saba, la actriz peruana que ha dejado en estado catártico a más de uno con su profesionalismo en escena, ganadora del Premio Emmy Internacional y Premio Luces de El Comercio, en su carrera, ha rechazado y aceptado papeles donde el guion exigía escenas de desnudos, dependiendo de qué tan justificadas hayan estado para el personaje, el género de ficción, la denuncia o reflexión que el director pretende tatuar en la mente del espectador, entre otras razones.
“¿Para que convertir en político un tema que es absolutamente personal? Me pongo a pensar en la palabra ‘sexualizar’ y no lo entiendo. Si están contando algo que me pasó, entonces es así, lo tienen que contar así. Si yo estoy teniendo relaciones con alguien, probablemente estaba desnuda, de lo contrario no habría sido posible. Entonces, van a tener que hacer una escena de desnudo”, comenta Saba.
Grandes películas, por ejemplo, “Ninfomanía” del reconocido director Lars Von Trier, tienen escenas “súper fuertes”, porque la protagonista era una mujer ninfómana y la historia requería de escenas de desnudos, pero eso no significa que, al hablar de sexo, una película haga valer el erotismo o el morbo de la misma manera. Además, las filmaciones son coreografías que se manejan con total respeto y un equipo mínimo de trabajo para transformar la atmósfera, que de por sí carga con gran sensibilidad, en un espacio seguro para plasmar un suceso ficticio.
¿DESNUDO GRATUITO O JUSTIFICADO?
Saba, al igual que la guionista mexicana Larissa Andrade, están de acuerdo en que existen desnudos justificados, pero también están los injustificados en producciones nacionales e internacionales. “La escena de sexo puede revelarte muchas cosas en una historia. Si es un desnudo simplemente gratuito, como muchas veces hemos visto en algunos canales escenas de sexo de mujeres, que lo único que hacen es cosificar a la mujer como objeto sexual”, menciona quien ha escrito para múltiples cadenas de televisión proyectos como “Paquita, la del barrio” (Sony) y “Madre solo hay dos” (Netflix).
“La escena de Michelle Salas en ‘Luis Miguel, la serie’ es un desnudo que no estaba marcado en el guion. En el guion, se hablaba de una escena entre Michelle y (Mauricio) Ambrosi, y bueno el director la llevó así, como la vimos. El director tomó esa decisión, que me parece que no es un desnudo vulgar ni mucho menos. Me parece que es un desnudo bastante estético, pero, bueno, cómo se sintió el personaje en el que está inspirado, eso sí ya no me corresponde a mí juzgarlo. No quisiera juzgar lo que ella sintió, porque eso es una cuestión muy personal”, agrega Andrade.
¿Qué difícil tomar una decisión, cierto? Puede que, desde los ojos de la familia Salas, la historia haya manchado el historial de la joven, aún más cuando su historia ha sido contada sin su autorización, pero en el punto final del comunicado de Michelle Salas casualmente dice que dejará pasar este hecho, aún cuando no esté de acuerdo.
Según el consultor jurídico en derecho audiovisual iberoamericano, Michel Salazar, la escena de desnudo en una película que manche el derecho al honor, la intimidad y la propia imagen de una persona puede ser un daño moral, si se prueba, y ser la causa de una denuncia a nivel legal.
“En México, cuando es una infracción a derechos de autor, puede que los tribunales decidan que preventivamente, como una medida cautelar, se pueda dejar de exhibir la obra, en caso sea una medida inmediata que pueda solucionar la afectación. Y si no, lo que se puede hacer es solicitar una reparación por daño moral ante un tribunal civil. Pero se tendrían que analizar si es una causa legítima. También existe la junta mexicana de calificación de películas, donde los contenidos tienen que pasar por un tipo de calificación para ser exhibidos en el país. Habría que ver si generan o no una especie de afectación”, advierte Salazar.
Al fin y al cabo, ¿qué tanto de realidad tiene la historia? Cuando Saltar Intro de El Comercio conversó con la actriz mexicana Pilar Santacruz, quien interpreta a Stephanie Salas en “Luis Miguel, la serie”, ella aseguró que la historia es “un 90% de ficción con un dedito del pie de la realidad”.
“Es que es una ficción… Por más que tenga tintes basados en la realidad, ya se ha generado un universo completamente ajeno a esa persona”, dice el profesor del curso de Dirección de Actores en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), Gonzalo Molina. “Me parece complejo hablar de sexualización en la adolescencia. ¿Acaso están obligando a la audiencia a que ‘me imagine a mí desnuda’ hace 15 o 20 años? Es una figura un tanto enrevesada”, advierte quien ha participado como actor en la película peruana “Atacada”.
“Alguna vez hice una escena de desnudo y había un equipo muy pendiente, muy al tanto de que sea un espacio lleno de respeto, no te voy a decir de tranquilidad, pero sí un espacio seguro. No es tan sencillo, porque estás en un nivel de vulnerabilidad muy alto. El vestuario más complejo para un actor es el vestuario cero. El desnudo. Y poder aceptar tu belleza tal y como eres. Creo que hemos mejorado un poquito en eso. Ojalá y ver escenas de desnudos no sea tan chocante, como antes sí lo era”, reflexiona Molina.
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