WILFREDO SANDOVAL
El complejo arqueológico San José de Moro no deja de sorprender a los peruanos. En los últimos días, un grupo de investigadores descubrió una impresionante cámara funeraria en la que hace 1.200 años fueron enterrados los restos de una poderosa mujer que gobernó durante el período Moche Tardío B (750 u 800 después de Cristo).
Los obreros, arqueólogos y estudiantes de todas partes del mundo que trabajan en diferentes unidades de excavación empezaron a inquietarse hace dos semanas cuando se toparon con un relleno de tierra en forma de L y un conjunto de adobes sueltos que luego identificaron como parte de la entrada principal de la cámara funeraria.
El joven arqueólogo de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) Julio Saldaña entendió que estaban frente a algo especial y que ese sector signado con el número 211 era un lugar dedicado al culto de los ancestros, en cuyo alrededor los súbditos mochicas dejaron múltiples evidencias como cántaros de diferentes tamaño y cocinas para la elaboración de chicha.
Enterado de esto Luis Jaime Castillo, director del proyecto arqueológico San José de Moro, dispuso intensificar la extracción de cientos de toneladas de relleno. Su entusiasmo era desbordante porque en una zona contigua, el año 2009, había descubierto la tumba de un sacerdote y en el 2007 halló la tumba de una sacerdotisa acompañada por seis mujeres.
El último viernes, cerca del mediodía, el ánimo de los arqueólogos alcanzó su más alto nivel cuando una de las jóvenes estudiantes de la Universidad de Harvard de Estados Unidos empezó a desenterrar un idolillo de cerámica que fue depositado con los restos de un bebe. Posiblemente sería una ofrenda o sacrificio posterior al entierro principal.
Fueron momentos intensos para todos los participantes del proyecto de investigación, especialmente para los extranjeros. Frases de asombro y de felicitación no dejaban de retumbar en diferentes idiomas.
AJUAR FUNERARIO Ayer, cuando las pequeñas herramientas tocaron los 5 metros de profundidad aparecieron decenas de objetos de cerámica, ubicados en grupos que ocupaban casi todos los sectores de la cámara funeraria.
Unos centímetros más abajo, las hábiles manos del experimentado Julio Ibarrola y de otros seis colaboradores, que desde hace 23 años trabajan en el complejo sagrado, encontraron la primera gran evidencia que confirmó el descubrimiento de una sacerdotisa.
Era una finísima pieza de cerámica polícroma, genialmente diseñada con iconografía moche, en la que se colocó una corona de plata y cobre dorado, en forma de penacho, ubicada a la altura de la cabeza del personaje de élite.
En el sector principal de la cámara funeraria y mientras los arqueólogos continuaban excavando, se desenterró el esqueleto de una persona adulta. En ese momento, la mayoría se preguntaba si era un gobernante o una mujer de la élite.
Minutos más tarde la duda quedó despejada cuando debajo de una fina capa de arena y a la altura de la cintura se encontró una copa ceremonial, un pequeño cuchillo (tumi) y piezas de spondylus de regular tamaño en cada una de las manos de la mujer noble.
También forman parte del ajuar una serie de objetos metálicos como placas y otras ofrendas que se colocaron a la altura de los pies.
La cámara funeraria, cuyo proceso de excavación continúa, tiene muros pintados de rojo y amarillo y algunos nichos dispuestos en las paredes que han sido adornadas con ceramios como botellas y cuencos.
FIGURA DE PODER Luis Jaime Cisneros, director del proyecto, asegura que el penacho de metal, la copa ceremonial y otros ornamentos del ajuar revelan que se trata de una sacerdotisa. Sin embargo, señala que el género del ancestro tendrá que ser corroborado mediante análisis de antropología física de los restos óseos que se encuentran deteriorados por la humedad del terreno.
La tumba hallada recientemente es la octava sacerdotisa del complejo arqueológico San José de Moro. La última, signada con el número U1525, apareció hace seis años.
El doctor Cisneros recuerda que en esta parte de La Libertad priman los entierros de sacerdotisas, lo cual implica que esta parte del valle costero estuvo dominado por poderosas mujeres de la sociedad mochica, tal como ocurrió en el Brujo y varios siglos después en Chornancap (cultura Lambayeque).
Los siguientes días de excavación nos revelarán qué contienen los nichos y qué significan las maquetas y algunos diseños arquitectónicos que también aparecieron en tumbas similares.
El arqueólogo Cisneros cree que San José de Moro fue un cementerio sagrado, considerado el centro de peregrinación de otros sectores como San Idelfonso, Huaca Colorada y Cerro Chepén, cuyos habitantes llegaban para dejar ofrendas y realizar ritos ceremoniales en honor a sus muertos.
ZONA DE ESTUDIO MUJERES PODEROSAS Gary Urton, catedrático principal de la Universidad de Harvard, opina que el hallazgo de la sacerdotisa revela que en el período Moche Tardío reinó un grupo de mujeres.
DE TODO EL MUNDO San José de Moro es la escuela de campo de importantes universidades del mundo como Harvard y Yale. También llegan estudiantes de Canadá, México y Francia.