Si recordamos nuestras clases escolares, sabemos que si una de las cosas que revolucionó la vida de los seres humanos fue la agricultura. Los primeros asentamientos humanos sedentarios se dieron en el Neolítico y están ligados al desarrollo de la agricultura. Inmersos en la velocidad del siglo XX —que aumentó con la llegada del XXI—, pocas eran las personas que intentaron volver a esta actividad, esta vez adaptada a sus hogares. Pocas, pero hubo.
La llegada del COVID-19 y el consecuente aislamiento social nos obligó al confinamiento por más de dos meses...y seguimos. El estar en casa ha servido para muchos para mirar de cerca nuestras actividades y hábitos, y ha sido, para otro tanto, una oportunidad para mejorarlos. Ante la imposibilidad de acceder al delivery, cocinar en casa ha sido una oportunidad para revalorar nuestra relación con la comida. Tal vez ahora tenemos más claro el tiempo de duración de una lechuga, el valor de un pimiento o el maravilloso poder de las hierbas aromáticas. Tal vez hasta nos hemos animado a dar el siguiente paso: el cultivar nuestros propios alimentos.
Aunque no fue precisamente la pandemia la que impulsó a Ximena Giraldo, gerenta de la Gerencia de Servicios a la Ciudad y Gestión Ambiental y la Municipalidad de Lima, a producir sus propios alimentos, sí fue esta la oportunidad para usar más y mejor los productos que con afán cuida en el techo de su casa. “Empecé con mi huertito hace como siete u ocho años, con un palet donde sembré varias cosas. Tuve hasta un huacatay que llegó a medir hasta dos metros. Cuando nos mudamos —ella y su esposo— hace unos ocho meses, decidí empezar otra vez el huerto en el techo con algunas javas de maderas, mientras revisamos la estructura del techo, para saber cuánto se puede avanzar en este proyecto sin hundirnos”, cuenta entre risas.
¿Qué necesito para iniciar mi huerto?
“Primero, y sobre todo, paciencia”, dice Ximena. Y sí, la paciencia es el ingrediente más importante a la hora de embarcarse en la aventura de la agricultura urbana. Lo confirman Magaly Jerí y José Velásquez, ambos ingenieros de la UNALM y creadores de La Muyita, un emprendimiento ecológico dedicado a crear áreas verdes productivas en espacios reducidos y no convencionales. “Un huerto se puede armar en una casa, un departamento y hasta en una oficina”, dicen.
Muya es la palabra en quechua cuzqueño que significa huerto o jardín. Muyita es la adaptación de dicha palabra, pues Magaly y José y querían reforzar la idea de que se trata de huertos en espacios pequeños. “Las personas ahora viven en departamentos reducidos, pero eso no debe ser impedimento para animarse a tener un huerto”, dice José, buscando animar a más personas a unirse a esta marea verde desde su hogar casa. Su lema es “todos tienen un espacio”. La Muyita ofrece talleres y consultorios virtuales para esta época de pandemia. También vende insumos para huertos urbanos de diversos tamaños, y accedieron a compartir con nosotros algunos consejos para mantener un huerto casero saludable.
Entonces, Magaly y José sugieren primero elegir un espacio con mucha luz. “Las plantas, sobre todo las de huerto, necesitan luz natural. Puedes buscar un espacio como balcones, terrazas, azoteas, jardines o la ventana. Si tu espacio es reducido y tu entrada de luz limitada, puedes aposta por las hierbas aromáticas. Si tienes buena recepción de luz, las opciones crecen: los tomates, por ejemplo", dicen.
Segundo consejo de La Muyita: buscar el contenedor más adecuado para tu espacio. Pueden ser de diversos tipos: desde macetas hasta una mesa de cultivo, pasando por javas de fruta, contenedores, baldes, tapers y hasta botellas recicladas. Lo único que hay que tener en cuenta es que cada planta tiene un volumen y debe tener un contenedor adecuado para su tamaño. Lo importante —y aquí viene el tercer consejo— es que cada contenedor tenga huequitos para el drenaje. El cuarto consejo es tener contar con el sustrato adecuado. La tierra es el alimento más importante para asegurar el crecimiento de las plantas. “De la calidad de la tierra es importante para asegurar la calidad del alimento”, dice Magaly. Quinto consejo: ¿Qué plantita elijo y cómo la siembro? Magaly y José explican que las más sencillas son albahaca, tomillo, menta, lechuga y rabanito y hay tres formas de sembrar: consiguiendo semillas, haciendo crecer un esqueje o realizando un trasplante.
Y una vez sembrada la planta, hay que cuidarla. Tres consejos para ello: siempre regar la tierra, no la planta; establecer tiempos de riego y de cantidad de agua según la planta sembrada —con cuidado, que las plantas se mueren más por exceso que por defecto de riego— y cuidar la tierra, alimentándola con abono y compost que bien puede hacerse en casa.
Huertos que cambian vidas
Lina Durán, productora audiovisual, diseñadora de modas y gestora cultural, sí inició su pequeño huerto a propósito de la cuarentena. “Yo estaba gran parte del tiempo fuera de mi casa, por eso no me animaba a tener un huerto, pero en la segunda semana de la cuarentena me animé porque al estar en casa y tener más tiempo, vi que tener un huerto en casa era un paso más para ser coherente con mi estilo de vida. Siempre trato de consumir poco, de reutilizar y de cuidar, cuidar mucho a los otros, al medioambiente, a los seres vivos. Entonces he convertido vidrios, frascos, plásticos en macetas para mis plantas”, cuenta.
Lina apuesta siempre por tener una vida simple y por relacionarse con el medioambiente de forma sustentable. Si no había intentado tener un huerto en casa antes era porque siempre que trató de tener plantas en casa, estas murieron. Sin embargo, en la cuarentena encontró el tiempo y espacio para volver a intentarlo. “Hay un documental peruano que recomiendo mucho, se llama Sembradoras de vida, es de los hermanos Sarmiento, y lo recomiendo mucho porque, entre otras cosas, viéndolo aprendí que cuidar plantas es como cuidar hijos, y cada planta, como cada hijo, necesita un cuidado especial. Necesitan agua, tierra pero también cuidados y, por supuesto, amor”, añade.
Ha empezado plantando mangos, poros, menestras, culantro, lechuga morada, pallares y linaza. El clima de Lima, aunque húmedo, no es agresivo con las plantas. A Lina le acaba de llegar su primer paquete de sustrato especial para seguir haciendo crecer su huerto casero y lo dice con franca emoción. “Cuando la palta o el mango empiecen a crecer y estén cerca a convertirse en árboles, espero poder llevarlos a algún lugar donde la gente se beneficie con ellos”, añade con solidario entusiasmo.
Entonces, no se deje vencer por la impaciencia. Tener un huerto no requiere gran inversión, solo responsabilidad y paciencia pues la naturaleza tiene sus propios ciclos. Como todo ser vivo.