José Luis Gil Becerra, (a) ‘Sorel’ –en alusión al filósofo francés Georges Sorel–, tenía apenas 26 años cuando fue designado entre los 87 miembros del Grupo Especial de Inteligencia de la Policía (GEIN) para interrogar a Abimael Guzmán Reynoso, tras su captura en la casa de la urbanización Los Sauces, en Surquillo. Guzmán, ‘Gonzalo’, ‘Cachetón’, el ‘Uno’, prácticamente le doblaba la edad.
De hecho, la gran mayoría de los 87 agentes que llegaron a ser convocados para ser parte de ese grupo especial entre su creación, en marzo de 1990, y el día de la captura del principal cabecilla de Sendero Luminoso (SL), el 12 de setiembre de 1992, eran jóvenes policías cuyas edades oscilaban entre los 24 y 28 años. De ahí que algunos de ellos hayan sido disfrazados incluso de escolares como parte de las operaciones de seguimiento y reglaje que se hicieron para capturar a la cúpula dirigencial de ese movimiento terrorista.
Si bien el trabajo de todos los agentes del Grupo Especial de Inteligencia fue importante para coronar más de dos años de labor con la captura de Abimael Guzmán, más aún por la condición de austeridad en la que tuvieron que cumplir sus funciones, ‘Sorel’ fue uno de los que tuvo un protagonismo especial, junto a Guillermo Bonilla, (a) ‘Helio’, ambos considerados los ‘delfines’ de Benedicto Jiménez, fundador del GEIN.
Gil y Bonilla llevaban meses estudiando los documentos y objetos confiscados durante las intervenciones de las casas senderistas, por lo que ambos eran incorporados frecuentemente en la elaboración de estrategias y operaciones. Eran una visagra entre la operatividad y el planeamiento.
La mañana del 12 de setiembre de 1992, sin embargo, Gil y Bonilla tomaron una decisión que contravenía las órdenes dadas por las cabezas del GEIN. Tres días antes, el 9 de setiembre, Jiménez había indicado que la intervención al ‘castillo’ –como llamaban a la casa en la que se suponía que estaba Guzmán– se realizaría el 15 de setiembre, por coincidir esa fecha con el aniversario de la desactivada Policía de Investigaciones del Perú (PIP), pero ‘Sorel’ y ‘Helio’ decidieron capturar a Zenón Vargas Cárdenas, coordinador nacional de Sendero Luminoso, con lo que precipitaron el adelanto de la operación para esa misma noche.
“Se había dado la orden para que la captura sea el 15 de setiembre, pero teníamos la certeza de que si nos demorábamos, se irían, porque ya nos había pasado. La mañana del 12 de setiembre nos avisaron de que Zenón Vargas, (a) el ‘Zorro’, había salido de su casa y que estaba caminando por la avenida México, así que fuimos y lo capturamos ante la mirada atónita de los agentes encubiertos que estaban cerca de él”, relata el mayor en retiro José Gil.
El interrogatorio La noche del 12 de setiembre de 1992, a pocas horas de la captura de Abimael Guzmán, Gil recibió una palmada en el hombro y la noticia de que sería el encargado de interrogar al líder senderista para preparar el atestado policial.
Durante 13 días y por varias horas cada día, ‘Sorel’ –que había estudiado al detalle el fenómeno de Sendero Luminoso en el Perú– se enfrentó a un Guzmán que no perdió la oportunidad de manipular la conversación para intentar dominar psicológicamente al joven agente. “El que hace las preguntas acá soy yo”, le tuvo que decir Gil con firmeza en un momento en que estratégicamente y con maña ‘Gonzalo’ quiso invertir los papeles y pasar de ser interrogado a interrogador.
“Durante el interrogatorio Abimael Guzmán se dio cuenta de que lo habían engañado. Los dirigentes de Socorro Popular le habían dicho que contaban con el apoyo de cientos de miles de personas, pero nosotros le dimos los reales números. Inflándolos, apenas podían llegar a 7 mil. Entonces, no era que estaban próximos a tomar el poder, como él creía”, cuenta ‘Sorel’. El conocimiento de Gil sobre el pensamiento de Guzmán era tal que antes de tener sus encuentros con el líder senderista en la Base Naval, Vladimiro Montesinos lo llamó al hoy desactivado Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) para que le explique el atestado.
“El que planteó el acuerdo de paz fue Abimael. Esa fue una estrategia, porque al ver que el pensamiento Gonzalo había fracasado, para salvaguardarlo decidió plantear el acuerdo y reservarlo para otro momento, que es lo que están haciendo ahora que nuevamente hablan de él [del pensamiento Gonzalo]. Yo le advertí a Montesinos que aceptar el acuerdo de paz era un error y que en el futuro se verían las consecuencias”, recuerda el ex agente.
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