El desconcierto que siente un adulto mayor ante un smartphone es reflejo de haberse educado en un mundo distinto del actual, donde la mitad de la tecnología que hoy damos por sentada no existía o estaba en ciernes. Los teléfonos se usaban, pero solo para hacer llamadas. Los correos se escribían a mano y sobre un papel. Las interacciones con los amigos se daban cara a cara y no había necesidad de descifrar el ánimo de un interlocutor a través de un gif o un emoji. Ante un teléfono inteligente la sensación que más experimentan ellos es miedo. Miedo a lo que desconocen y miedo también a que puedan estropearlo. Los teléfonos que reciben de regalo en las Navidades muchas veces se quedan ahí en sus cajas, intactos.
Ayudarlos a que se integren al mundo digital es un reto noble que requiere, ante todo, grandes dosis de paciencia, que los hijos, inmersos en su propio vértigo, no siempre están en capacidad de ofrecer. “A mí me han explicado en casa cómo funciona, pero la verdad se me olvida porque no practico”, cuenta el odontólogo Luis Mesías (75), un participante del proyecto Generación Digital Senior, como se llama la serie de talleres promovidos por Movistar y la Municipalidad de Miraflores, e impartidos por la ONG AMID (Adultos Mayores e Inclusión Digital), que tiene ya dos años de experiencia en este campo.
En el taller Generación Digital Senior, que se imparte en dos sedes de la Casa de la Juventud Prolongada de Miraflores (de la av. Santa Cruz y la av. Aurora), la comunicadora para el desarrollo Roxana Ruiz, directora de AMID, hace un repaso rápido de lo aprendido por sus alumnos a lo largo de sesiones semanales. Lo primero que hacen es conectarse al wifi. Luego abren WhatsApp y envían mensajes de voz a amigos, todo en un clima distendido en el que los yerros habituales invitan a la risa grupal. No deja de ser curioso que muchos estén familiarizándose recién con las redes sociales, ahora que la generación millennial abandona Facebook para “no toparse con su mamá”.Según las investigaciones de Roxana Ruiz, la situación de vulnerabilidad de los adultos mayores en el campo digital tiene una mayor incidencia en el NSE A y B, debido a que un alto porcentaje de esta población mayor vive sola en sus casas y el 67% tiene familiares en el extranjero con quienes debe comunicarse. Desde marzo del 2017, AMID estima haber beneficiado a más de mil adultos mayores en talleres y charlas en varios distritos de Lima.
“Lo que aprendí aquí fue a no tenerle miedo al celular, porque al principio no quería ni tocarlo y pensaba que si movía algo, se me iba a borrar todo. La profesora ya me enseñó que no se borra nada”, cuenta Mirtha Romero, otra alumna. Ella llegó a las clases porque estaba cansada de los hijos que a veces contestan mal cuando se tiene dudas. La única forma de lograr dominar la tecnología, dice, es que te digan cómo se hace y no que lo quieran hacer siempre por ti. No se aprende viendo, sino haciendo. //