Una luz blanca nos enceguecía cada vez que levantábamos la mirada para ver sombreros de toquilla y cestería en la calle Comercio, arteria de Catacaos, llena de tiendas artesanales. Era el primer entremés en nuestra visita al Bajo Piura. El segundo fue la huaca de Narihualá, capital de la nación Tallán. Felipillo, el traductor de Pizarro, provenía de esta etnia, y su nombre ha sido usado como sinónimo de traición cuando lo más probable es que fuera un niño raptado y adoctrinado.
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Al llegar a Sechura se nos une Justo Eche, alcalde de la provincia, quien monitorea constantemente los recursos hídricos de la región. Está preocupado porque “el río Piura está represado y no conviene que su caudal vaya al océano porque le haría daño a la maricultura, lo ideal es que se derive, como otras veces, al desierto y sus aguas sirvan para las lagunas que se forman en Pampa Salinas y La Niña”. La Niña llegó a tener 300 km de largo en 1998, se reactivó en el 2017 y actualmente alberga pozos de alta salinidad.
A diferencia de La Niña, la laguna de Ñapique está consolidada. Para llegar a sus dominios tuvimos que recalar primero en Cristo nos Valga, un pueblecillo de arena muerta donde el sudado de cabrillón y el cebiche de caballa reinan en su olimpo gastronómico. Tras cruzar campos de cultivo y el caserío Cerritos, asomó la pálida piel del desierto y centenas de algarrobos achaparrados, a cuyos pies se estiraba la laguna. Sus aguas acogen lisas y tilapias que son capturadas por pescadores a bordo de balsillas. Pero el fuerte de Ñapique son las aves; bandadas de hasta 500 flamencos y especies endémicas en peligro, como el copetón rufo y la cortarrama peruana. Con su superficie centellando en nuestros ojos, sacamos una botella de chicha de jora para tomar en poto. Salud y larga vida a Ñapique. //
SEPA MÁS-Para llegar a Ñapique se debe tomar un bus de la empresa Rosa Yolanda en Piura (detrás del centro comercial Plaza La Luna), que por cinco soles llega a Cristo nos Valga.
-En Cristo nos Valga se pueden adquirir petates por S/ 10.
-El desierto de Sechura es el más grande del Perú, con una extensión de más de cinco mil kilómetros cuadrados.