Es lunes por la mañana y un aroma a café nos da la bienvenida. Nos reciben los –siempre sonrientes- baristas veinteañeros: unos atienden a los comensales y otros despachan los pedidos. A ellos se suman tres compañeros que –sin querer- tienen la atención de los presentes. Tal vez se deba a que Pilar, Gino e Iris fueron fotografiados –minutos antes- para esta nota. Y es que ellos forman parte de una iniciativa que Starbucks ha implementado en nuestro país desde noviembre del 2018: contratar adultos mayores.
La apuesta se puso en marcha, admite la gerente de marca de Starbucks Perú, Fabiola Maruicio, porque al ser una iniciativa global de la cadena, notaron el interés de los partners locales –como llaman a los que son parte del equipo, incluidos los adultos mayores- por reinsertarse al mundo laboral. El camino, claro, fue un aprendizaje. “Todos los partners que contratamos son personas que tengan cordialidad, espíritu de servicio y una conexión genuina [con el público]”, agrega.
-EL ARTE DE ATENDER-
Esa vocación por ayudar se mantiene en Iris Orozco, que empezó a trabajar en Starbucks en desde marzo de este año. “Tengo la consigna de que en este mundo estoy para servir y no para servirme (…). Estar aquí me enriquece. Qué importante es una sonrisa, un ‘gracias’. Con un simple gesto puedes cambiar el mundo: amor”, agrega la mujer de 58 años. Con amor, una risa y buen humor, afrontó el nuevo reto de la mano de un compañero a quien llama ‘padre’. “Él me enseñó hasta lo más mínimo: cuánta leche debo usar para un buen latte o un capuchino”. De no ser por ello, agrega, no hubiera podido graduarse –en corto plazo- de barista.
Gino Binazco es una muestra clara de esa conexión. Esa habilidad, confiesa, es innata. “Cuando mi padre festejaba sus cumpleaños o alguna ocasión especial, yo estaba pendiente de a quién le faltaba comida, bebida, un piqueo, algo”, cuenta el hombre de 60 años, que en enero pasado se unió a Starbucks gracias a una convocatoria que vio su hija. También ayudó los 23 años que trabajó como personal en un crucero. “[Viajar] es una escuela muy bonita, siempre aprendiendo. Hasta ahora [en este trabajo]. Sino, estaría en el lugar equivocado”, reflexiona.
La historia parece repetirse con María del Pilar Adrianzén, quien lleva poco menos de medio mes. Su relación con Starbucks se remonta hace décadas, cuando su hija trabaja en una sucursal de Lima y Canadá. “Como era estudiante, la recogía de sus cierres. Sus amigos eran mis amigos, todos muy cálidos”, rememora. Tras el anuncio de la convocatoria, no la pensó dos veces y decidió postular. “Me llamaron para una entrevista. Fui [al local]. Estuvimos en la sección de bebidas, conversamos y el 30 de setiembre me llamaron. Así de rápido”.
-NUEVOS RETOS-
Una vez que los adultos mayores ingresan a la familia, se les asigna un coach a quien llaman “padre o madre” que los entrena entre mes a mes y medio como baristas. Los resultados, cómo no, han sido favorables. Hasta el momento, 50% de las tiendas de la capital cuentan con un partner mayor de 60 años. “Esperamos que el porcentaje siga creciendo”, añade Mauricio, optimista.
“Cuando tienes 40, 45 o 50 años, sientes que [un trabajo] ya no es para ti. Desmoraliza mucho, pero tienes te tienes que reinventar. Todavía somos personas con mucha vitalidad y energía”, deja en claro Iris. Gino, por su parte, añade que cada día es un reto: superar las expectativas del consumidor no es fácil. Pero, junto a sus compañeros, van hacia la misma dirección. “También sientes que eres parte de algo. Eso es importante”, finaliza Pilar.