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- “Voy a ir a tu apartamento y te voy a violar”.
- P*, cierra tu maldita boca y deja de criticar lo que no te gusta“.
Son dos muestras de tuits que recibió Anita Sarkeesian, quien se dedica a hacer reseñas de videojuegos y a analizar la narrativa de la cultura pop, por denunciar misoginia en los juegos electrónicos.
Todo comenzó hace unos días, cuando hizo público a través de su cuenta de Twitter y de su sitio web, Femenist Frequency, un video acerca del papel que juegan las mujeres en esta forma de entretenimiento.
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“Son personajes insignificantes que no tienen un rol importante, no se puede jugar con ellos. Su sexualidad se explota para darle un toque atrevido y descarnado a los juegos. El cuerpo de la mujer se trata como un objeto que cumple una función decorativa para jugadores masculinos heterosexuales”, explica Sarkeesian.
En las imágenes se ven fragmentos en los que los personajes femeninos aparecen con poca ropa, en el mejor de los casos, y son víctimas de violencia física y sexual.
Las agresiones y amenazas de muerte contra Sarkeesian y su familia asustaron tanto a la joven, que se vio forzada a abandonar su apartamento y a contactar a la policía.
Repercusión
La reacción de las autoridades locales sorprendió a Sarkeesian, quien estudió Comunicación en la Universidad Estatal de California Northridge, en Estados Unidos, e hizo un master en Pensamiento Político en la Universidad de York, en Canadá.
En sus tuits comentó que los funcionarios policiales con los que habló no sabían cómo lidiar con amenazas creíbles realizadas en el ciberespacio. Relata que incluso le preguntaron que por qué no abandonaba su trabajo como analista de videojuegos.
Pero no es la primera vez que Sarkeesian es víctima de abusos misóginos en la red. En el 2012 se hizo público un videojuego titulado: “Golpeen a Anita Sarkeesian”.
En esta ocasión, sin embargo, lo ocurrido generó una reacción en la comunidad de los videojuegos. En el mundo real, más de 2.000 personas decidieron firmar una carta en la que pedían el fin de la discriminación en la industria de los juegos electrónicos.
“Creemos que todos, sin importar su género, orientación sexual, etnicidad o religión tienen derecho a usar videojuegos, criticarlos y programarlos sin ser amenazado o acosado. Es la diversidad de nuestra comunidad lo que permite el florecimiento de la misma”, dice el documento.
Entre los signatarios se encontraban empresas de programadores reconocidas internacionalmente, como Electronics Arts y Ubisoft, así como compañías independientes y más pequeñas, como Spaces of Play.