¿Te imaginas ir al festival de Glastonbury sin moverte de tu casa? ¿O escuchar la canción que más te provoca en este momento sin mover un dedo?
Tanto los artistas como las discográficas están explorando maneras diferentes de conectar con las audiencias y en esa búsqueda constante están desarrollando formas más creativas de experimentar la música.
Mark Savage, reportero de la BBC, asistió esta semana al festival The Great Escape de Brighton, en Inglaterra, y habló con gente clave de la industria para entender cómo las nuevas tecnologías están cambiando ya la forma como consumimos productos musicales.
Aquí te presentamos una lista de las novedades que ya están a la vuelta de la esquina:
La realidad virtual podría permitirle a los fans de la música experimentar conciertos como los de Glastonbury desde el sofá de su casa, con solo unos auriculares.
A principios de mes una compañía tecnológica emergente de Londres, llamada Melody VR, empezó a ofrecer conciertos de artistas clásicos como The Who, o más recientes como Royal Blood y Rag´NBone Man, a través de equipos de realidad virtual como las gafas Oculus Go o el Gear VR de Samsung.
Imagínate que el servicio streaming de música que utilizas pudiera “leer” tu estado de ánimo monitoreando los datos que recoge tu reloj inteligente o tu pulsera fitness.
Podría, por ejemplo, iniciar una lista de reproducción de temas relajantes si nota que estás estresado, o ponerte música de acuerdo al ritmo de tus pulsaciones o tus actividades.
Por otro lado los algoritmos que alimentan servicios como los de Spotify o Apple todavía dependen de lo que se considera “globalmente popular”, dice Manan Vohra, del proveedor de música digital 7Digital.
Y eso puede ser una desventaja. “Algo que se considera heavy metal en Reino Unido puede no ser considerado tan heavy en Dinamarca”, explica.
Del mismo modo que una playlist de música de relajación de 100 canciones puede no resultar relajante para todos los usuarios que la escuchan.
En el futuro, apunta, la inteligencia artificial aprenderá más sobre los detalles de cada usuario y sobre las distintas culturas, para darle playlists cada vez más personalizados.
Y esa tendencia a la personalización podría ir aún más allá en la industria, según la musicóloga británica Imogen Heap.
Podría, por ejemplo, ser utilizada por los portales de venta de entradas para conciertos para sugerirle al usuario conciertos de otros artistas que quizás también le gusten o para ayudarlo a “descubrir más sobre el artista al que va a ver”, ofreciéndole fotografías, nuevos temas, videos o biografías.
Los datos también podrían utilizarse para ayudar a “apoyar al círculo de gente alrededor del artista”, dice Heap. Por ejemplo, si hay un guitarrista que te gusta especialmente, podrías seguirlo fácilmente de una banda a otra a medida que avanza su carrera.
Las nuevas tecnologías podrían darnos un mayor acceso a las entrañas de nuestra canción favorita.
Una de ellas es la realidad aumentada, que consiste en la proyección de contenido generado por una computadora sobre nuestro entorno real.
Algunos artistas plásticos ya están utilizando esta tecnología para expandir e ilustrar las diferentes capas de sus pinturas, por ejemplo, según explica Stef Pascual de Crown Talent, que representa a artistas como Ella Henderson y Becky Hill.
“Imagínate si pudieras meterte en una canción y escuchar todas las maquetas y verlo todo”, dijo.
Esto ya está ocurriendo. Hace poco que la cantante de folk Lucy Rose hizo un tour por Sudamérica después de estudiar sus estadísticas de Spotify y darse cuenta de que su música era particularmente popular en esa región.
La compañía danesa WARM, un acrónimo para World Airplay Radio Monitor, está estudiando precisamente ese modelo de planificación: le permite a los artistas averiguar qué cadenas de radio están poniendo su música para dirigirse a esas ciudades.
También se pueden usar esos datos para averiguar qué ciudades están interesadas en qué géneros de música, lo cual elimina mucho margen de error de los esfuerzos para promocionar a un nuevo artista o banda.
“Hoy en día la música se distribuye mucho más rápido de lo que nadie puede entender”, dice Jasper Skibsby, el director de WARM. “Es muy, muy fácil para la gente descubrir música nueva en cualquier parte del mundo”.
Las computadoras pueden ser creativas, según Margaret Boden de la Universidad de Sussex, que ha estado estudiando inteligencia artificial desde 1950.
Ella citó el ejemplo de un sistema de aprendizaje profundo que fue entrenado para jugar al antiguo juego chino Go.
En 2016 este programa de Inteligencia Artificial le ganó por primera vez al campeón mundial Ke Jie gracias a dos movimientos “que parecían totalmente locos”, dice Boden.
Pero esas jugadas fueron después adoptadas por los jugadores profesionales. Ke Jie volvió a perder en 2017 frente a otro sistema de aprendizaje artificial.
“Si eso no cuenta como creatividad, yo no sé qué es ser creativo”, dijo.
Ya existen programas “que ciertamente pueden imitar a Mozart o a Beethoven”, dijo Marcus O´Dair, de la Universidad de Essex. Y pueden hacerlo de una manera tan convincente que, “al menos al principio”, los expertos creen de verdad estar escuchando a los verdaderos compositores.
Un escenario más probable, en el contexto de la música pop, sería el de utilizar la inteligencia artificial para estimular la creatividad.
“Dirían algo así: OK, no sé hacia donde ir con esta canción, pero me gustaría que fuera en este estilo, o en el estilo de mis propias composiciones”, dice Stef Pascual, de Crown Talent. “Y usarán eso como inspiración”.
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