Con un sencillo dispositivo para bicicletas inventado para su proyecto de ciencias del instituto, tres estudiantes vietnamitas aspiran a mejorar la calidad del aire que respiran millones de ciclistas y motociclistas en las ciudades asiáticas más contaminadas.
Tung Bao Khanh, Cao Thi Khanh Hoa y Tran Hoang Phi Bao, de 17 años, estaban cansados de tragarse los humos de coches, autobuses y motocicletas en su trayecto diario en bici al instituto y se les ocurrió desarrollar un artefacto que purificara el aire antes de penetrar en sus pulmones.
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“La idea era que en vez de tener que llevar una máscara para la polución, nuestra bici nos protegiera”, dice Hoa en el instituto Thang Long de la ciudad de Dalat, en una región montañosa del sur del país.
Tras seis meses de trabajo y largas deliberaciones entre ellos, los tres aprendices de científico y su profesor, Le Thanh Hai, muestran orgullosos la rudimentaria bicicleta de montaña a la que han acoplado en la rueda delantera seis pequeños ventiladores que giran con el movimiento de la bici.
Khanh explica cómo el movimiento de los ventiladores alimenta la batería, que acciona el filtro por donde pasa el aire, que, una vez depurado, llega al rostro del ciclista.
Con un coste aproximado de 12 euros (sin contar la mano de obra), los resultados de las primeras pruebas son ilusionantes: el dispositivo filtra el 86 por ciento de las partículas de polvo y el 63 por ciento del dióxido de nitrógeno, uno de los grandes contaminantes en las grandes ciudades.
Aunque de momento no se trata más que de un prototipo y los tres están centrados en terminar su educación secundaria y decidir su futuro universitario, la repercusión mediática del invento en Vietnam los anima a seguir perfeccionándolo con la esperanza de que llegue al mayor número de usuarios.
“La versión que hemos hecho es para bicicletas, pero se puede adaptar muy fácilmente a una moto o una bici eléctrica. Sería incluso más pequeño porque se puede aprovechar la batería de la moto. Esperamos poder llegar al mayor número de vehículos y contribuir a limpiar el aire”, asegura Hoa.
Los estudiantes sueñan con no limitarlo a Vietnam sino en exportarlo a otros países, especialmente las grandes ciudades asiáticas, donde la contaminación del aire se ha convertido en una amenaza para la salud de millones de personas.
“Podemos ayudar a reducir el aire tóxico en ciudades como Pekín o Nueva Delhi. La bicicleta ya es un medio de transporte ecológico, pero si además añadimos este dispositivo protegemos la salud del ciclista y contribuimos a tener un aire más limpio. Además, concienciamos sobre el medio ambiente”, afirma Bao.
Le Thanh Hai, el profesor que les observa durante la entrevista con indisimulado orgullo, confirma que intentarán trabajar con empresas para perfeccionarlo y poder comercializarlo. “Nosotros no tenemos los equipamientos necesarios”, señala.
El profesor es optimista sobre el potencial del producto porque “en el Sudeste Asiático se usa mucho la bici y sobre todo la moto, se puede adaptar el sistema fácilmente a una moto y muchos conductores estarían interesados”.
Vietnam ocupa el puesto 159 sobre 180 en el índice de calidad del aire elaborado por la Universidad de Yale.
La capital, Hanoi, y la ciudad más grande, Ho Chi Minh, son dos de los principales focos de contaminación, producida en gran parte por el tráfico rodado, aunque influye también la excesiva dependencia de las centrales de carbón para producir energía.
(Fuente: EFE)
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