Aparcar en una calle céntrica de Madrid va a ser desde ahora 10% más caro… o más barato. Dependerá de si el vehículo es una fábrica de humo o un modelo reciente de combustión limpia.
Ello gracias a un novedoso sistema de parquímetros inteligentes que fija precios variables en función de lo que contamina el automóvil y la zona en la que se estaciona.
Se trata de un proyecto que impulsa el Ayuntamiento de Madrid con el propósito de disuadir a los conductores de desplazarse en sus automóviles al centro de la ciudad, promover el uso del transporte público y también reducir los niveles de contaminación.
Aunque varias organizaciones ecologistas celebran la medida, gremios del automóvil, grupos vecinales y algunos usuarios objetan el cambio de sistema porque es aparentemente confuso, caro para la ciudad y de dudosa efectividad para reducir la contaminación.
Según la más reciente estadística publicada por la Dirección General de Tránsito (DGT), de octubre de 2013, circulan por el municipio capitalino un total de 4.275.688 vehículos de toda clase, desde autos deportivos hasta camiones de carga.
Datos alarmantes
Aunque no es la ciudad europea que presenta más contaminación, Madrid ocupa el puesto 13 entre 17 capitales del continente en el ranking del Buró Europeo de Medio Ambiente que mide no sólo la calidad del aire sino también las medidas que adoptan los gobiernos locales para disminuir las emisiones de gases.
A pesar de los esfuerzos por reducir la cantidad de partículas de dióxido de nitrógeno, el aire de la capital española presenta 40 microgramos de NO2 por metro cúbico, siete puntos por encima de la media europea.
La Organización Mundial de la Salud cifra en siete millones las muertes producto de la polución a escala planetaria. La OMS calcula que 94% de la población española respira aire contaminado, lo que implica 19.940 fallecimientos al año, diez veces más que las muertes por accidentes de tráfico.
Elisa Barahona, directora general de Sostenibilidad y Planificación de la Movilidad de la alcaldía madrileña, asegura a BBC Mundo que la instalación de nuevos parquímetros, junto a otras medidas como el sistema de bicicletas públicas eléctricas, apunta en la dirección de mejorar el aire que se respira en la ciudad.
El nuevo modelo consiste en que “no se pague solo por zona sino de acuerdo con criterios de sostenibilidad y el nivel de ocupación; en un área más demandada, como el centro, costara más dinero”, puntualiza Barahona.
Algo de confusión
Hasta ahora, para estacionar en las calles madrileñas se pagan tarifas fijas por horas y por zonas. Las áreas identificadas con un rayado de color verde, destinada solo a residentes, son más caras que las marcadas en azul, para cualquier otro conductor. Se trata de un procedimiento muy sencillo que solo exige pagos exactos.
Los parquímetros inteligentes funcionarán de otra manera. Luego de seleccionar la zona, el conductor debe introducir el número de matrícula de su carro. Como el aparato está conectado a la base de datos municipal y de la DGT, el sistema puede detectar el modelo, el año y el tipo de combustible que usa el vehículo.
Los automóviles muy viejos, que funcionan con diesel o gasolina, pagarán hasta un 10% más que los de fabricación reciente. Los que usan gas o son eléctricos tendrían descuentos de hasta 20%, de acuerdo con una clasificación publicada por el ayuntamiento.
Carmen Ugalde, entrenadora deportiva que debe movilizarse por la ciudad en su vehículo, ya ha tenido oportunidad de usarlo y le parece “poco intuitivo”.
“Está muy bien la iniciativa por el lado ambientalista, pero no define claramente el paso a paso, es confuso. A mí me ayudó un chico que ya lo había usado. Vi a un señor mayor que lo intentó y se marchó enfadado”, se queja Ugalde, consultada por BBC Mundo.
La directora municipal de movilidad admite el problema, aunque advierte que por radio y algunos diarios ya se ha difundido una campaña informativa sobre el nuevo sistema que contará con 4.000 parquímetros.
“Se recambian 200 al día. Al 20 de junio tendremos todos sustituidos y entrarán en vigor el 1 de julio”, asegura Barahona, añadiendo que el costo de todo el cambio de tecnología, cercano a los 78 millones de euros, “es similar al beneficio que traerá, pero un poco más alto”.
Visiones encontradas
Jesús Alonso Millán, presidente de la Fundación Vida Sostenible que lleva once años insistiendo en el tema de la movilidad de bajo impacto ambiental, celebra las nuevas medidas.
“Nos parece fenomenal; la idea general es simplemente expulsar al coche del centro y el que quiera atreverse que lo haga por un buen motivo. Con un poco de suerte a lo mejor estamos a las puertas de una revolución de la movilidad en Madrid”, declara Millán a BBC Mundo, aunque piensa que deben hacerse más esfuerzos por crear zonas para peatones y bicicletas.
Mario Arnaldo, presidente de Automovilistas Europeos Asociados (AEA), una organización sin ánimo de lucro, critica el proyecto en su motivación y ejecución.
“Este planteamiento altera la filosofía del aparcamiento en cuanto al reparto equitativo del espacio urbano. Se permite contaminar si pagas. Estaríamos de acuerdo con un sistema de regulación como el de Berlín, donde si un vehículo es contaminante se prohíbe su circulación”, argumenta Arnaldo a BBC Mundo.
En su opinión, si el propósito es reducir la contaminación es preferible renovar el parque automovilístico, porque 50% de las unidades tienen más de 12 años, y apoyar los vehículos eléctricos con más puntos de recarga en la vía pública.
“Con estos parquímetros el usuario desconoce a priori cuál es el precio de la tarifa. Se ha vendido como algo inteligente, pero es un gran negocio para las empresas concesionarias”, añade Arnaldo.
Desde el año 2006, cuando empezaron a instalarse en la capital española los actuales parquímetros, varios barrios de la periferia alzaron su voz de protesta.
Hace pocas semanas, la alcaldesa Ana Botella ordenó el retiro de estas máquinas en gran parte de esos barrios, pero todavía quedan algunas. Como recuerda Barahona, el proyecto es sustituir la totalidad de ellas por los parquímetros inteligentes.
Pedro Casas, presidente de la asociación vecinos de Carabanchel Alto, uno de los barrios periféricos en conflicto, asegura a BBC Mundo que seguirán en pie de lucha.
“Estas son zonas durante el día bastante despobladas. Los parquímetros ahí son inútiles y absurdos pues perjudican a vecinos y comercios. ¿Por qué no se hacen aparcamientos o mejoran el transporte público? No los queremos… ni los viejos ni los nuevos”, sentencia.