La Nasa está probando un vehículo especial que se parece mucho a un platillo volador. Durante más de medio siglo esa inconfundible silueta ha ejercido una fuerte fascinación sobre el imaginario popular.
Ajústese su casco espacial y ponga su pistola de rayos de acero cromado en modo “retro-futurista”. Hay un diseño clásico en forma de disco sobrevolando el cielo.
Desde películas de los años 50 hasta parodias recientes, el platillo volador ha servido de taquigrafía visual para dar una visión futurística brillante de la era de la postguerra.
Ahora la Nasa está probando su Desacelerador Supersónico de Baja Densidad (LDSD, por sus siglas en inglés), un vehículo con forma de platillo que la agencia espera poder enviar un día a Marte.
El platillo ha sido una constante en películas de ciencia ficción como el “Planeta Prohibido” y el “Día que la Tierra se Detuvo”, antes de pasar a convertirse en un chiste conocido en la parodia de 1996 “Marcianos al Ataque”.
Diseño “icónico”
De hecho, el platillo volador es justo merecedor del adjetivo “icónico”. Los diseñadores han tomado prestada su silueta como plantilla por el mismo tiempo que los ufólogos han estado reportado avistamientos.
Los arquitectos, en particular, han acogido el motivo interplanetario. No es difícil imaginar al Museo de Arte Contemporáneo de Brasil, el centro de conferencia Evoluon en Einhoven, Holanda, o el Estadio Donbass de Donetsk, Ucrania, todos elevándose sobre las calles de la ciudad disparando lásers a peatones que gritan.
Luego estuvieron las casas prefabricadas Futuro, del diseñador finlandés Matti Suuronen, que parecían como si acababan de aterrizar de un viaje de 24 horas a Sirio.
Incluso en el mundo de utensilios del hogar hay ollas, teléfonos, lámparas y planchas en forma de platillos voladores, y muchas personas tendrán recuerdos de la niñez de dulces con forma de platillos.
“Se ha convertido en un tropo absolutamente universal”, dice Michael Starr, un experto en ciencia ficción y cultura popular de la Universidad de Northampton en Reino Unido.
El platillo volador también evoca nostálgicamente la imagen optimista del mañana en la era de la década de 1950 y 1960 cuando la paranoia de la Guerra Fría se atenuaba con la extendida fe en la tecnología, el progreso y el crecimiento económico.
Si bien los objetos en forma de disco han sido divisados en el cielo a través de la historia, el origen del platillo volador, como se le reconoce comúnmente, se puede remontar al 24 de junio de 1947 cuando el piloto Kenneth Arnold reportó que había visto pasar nueve brillantes objetos voladores no identificados en los cielos cercanos al Monte Ranier, en el estado de Washington.
Arnold describió los objetos señalando que parecían tener forma de media luna o de disco, moviéndose como si se estuviesen desplazándose sobre el agua.
El caso atrajo una enorme atención y los periódicos rápidamente acuñaron el término “platillos voladores” para describir lo que había visto Arnold. En los meses siguientes hubo cientos de avistamientos similares, incluyendo uno en Roswell, Nuevo México, dos semanas más tarde.
Una de las razones por las cuales los platillos voladores atraparon la imaginación del público occidental fue que se relacionaban con el difundido temor de un ataque por parte de enemigos comunistas, dice Starr. “La lustrosa uniformidad de la figura, el cascarón que contiene algo desagradable”.
El siquiatra suizo Carl Jung vio a los platillos voladores como un arquetipo mítico, comparando su forma a la de mandala, un símbolo ritual utilizado en el budismo y en el hinduismo.
Jung los vio como “ángeles tecnológicos” para una era secular en la que las personas podían proyectar sus temores acerca del conflicto nuclear. Tal como el extraterrestre en la película de 1951 el Día que la Tierra se Detuvo salió de su platillo para advertir a la humanidad que no se autodestruyera, los platillos ofrecían esperanza de que el progreso científico llevaría a la iluminación y la paz, no a la destrucción mutua asegurada.
Había otras razones más poco imaginativas por las cuales a Hollywood le interesaba capitalizar en la fascinación del fenómeno de los platillos voladores
“Muchas películas de ciencia de ficción de los años 50 aprovecharon eso porque era muy fácil de hacer, sólo necesitas un plato y una cuerda”, apunta Starr. “Es estupendo desde un punto de vista puramente práctico”.
Edificios inspirados en platillos
Durante la década de los 50 quienes se interesaban en el fenómeno de posibles avistamientos de objetos extraterrestres utilizaron de buena gana el término “platillo volador” como en el caso de la revista Flying Saucer Review, que supuestamente contaba con el Príncipe Felipe de Edimburgo entre sus suscriptores.
Hoy, sin embargo, los ufólogos “piensan que uno se está burlando de ello si usas esa frase”, indica David Clarke, de la Universidad inglesa de Sheffield Hallam, quien ha pasado más de tres décadas estudiando la cultura que rodea los avistamientos de naves extraterrestres. Durante los años 60 la expresión original de “platillo volador” pasó de moda dando paso al sonido más oficial de “objeto volador no identificado”, una frase tomada prestada de la Fuerza Aérea de EE.UU.
Con el paso del tiempo los avistamientos de OVNIS con forma de platillo también comenzaron a disminuir, apunta Clarke. Vehículos que se asemejaban más a aviones de combate y otras formas angulares se volvieron más comunes, un fenómeno que reflejó la tendencia cada vez mayor de las películas de ciencia ficción de eludir la silueta circular.
“O los extraterrestres habían alterado el diseño de sus vehículos para acomodarse a las películas de nuestro mundo o algo más estaba sucediendo”, añade Clarke.
Por la tanto los platillos voladores se convirtieron en un símbolo un tanto kitsch del espectro más fantasioso de la edad espacial.
Sin embargo, la noción de aeronaves flotantes en forma de discos fue tomada en serio por gobiernos y militares de todo el mundo. En todo caso, el nuevo LDSD está lejos de ser el primer intento de los terrícolas de construir aviones parecidos a platillos voladores.
Por ejemplo, el ingeniero alemán Georg Klein le dijo a la CIA que había trabajado en un platillo volador nazi para la fuerza aérea alemana Luftwaffe con los diseñadores Rudolf Schriever y Richard Miethe, una afirmación que impulsó a los estadounidenses a estudiar la posibilidad de crear uno propio.
El “Proyecto Y”, un programa británico-canadiese de platillo volador – fue apropiado por la Marina de EE.UU. en 1955, convirtiéndose en el sistema de armas 606A del Departamento de Defensa de ese país.
En teoría, ya que viajaba dentro de la atmósfera terrestre, un platillo volador del diseño clásico de 1950 habría tenido una forma aerodinámica, según la científica espacial Maggie Aderin-Pocock. “Si está viajando horizontalmente a través del aire no debería tener demasiada resistencias al aire. Debería planear fácilmente”, indica.
El problema fue el sistema de propulsión. “Nadie dominó la tecnología”, señala Clarke. “Ellos no pudieron ponerlo a funcionar”.
Ahora los ingenieros de la Nasa esperan que el LDSD logré triunfar en la parte donde fracasó el Proyecto Y fracasó. No ajusten sus telepantallas de propulsión a chorro.