Los años pasan y la controversia sobre el papel de los hackers en la sociedad informática no disminuye. Hay quienes los ven como criminales, hay quienes los consideran genios.
Ahora el debate se reavivó después de que Keren Elazari, experta en ciber-seguridad, diera una charla en TED titulada “Hackers: el sistema inmunológico de internet” en la que argumenta que los hackers no sólo no son un mal, sino que son un bien necesario.
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Según la especialista los hackers son en realidad investigadores que descubren fallas y errores en los sistemas que serían difíciles o imposibles encontrar sin su actividad.
Bajo esta lógica perseguir a ese colectivo lograría el propósito equivocado: detener la innovación y la curiosidad.
Por supuesto las cosas no son tan claras y la propia palabra hacker tiene connotaciones tanto negativas como positivas.
El diccionario Oxford define a un hacker como “una persona que usa computadoras para tener acceso a información no autorizada”, pero el mismo diccionario usa otra acepción: “Un entusiasta y habilidoso programador o usuario de computadoras”. Una definición es negativa, la otra es positiva. Así es la vida y el debate sobre los hackers.
En un breve artículo en el sitio de la Fundéu se desglosan una serie de términos que el español ha importado del inglés tecnológico pero que pone el hincapié en quitarle el aspecto negativo a la palabra hacker y al hecho de que la palabra no sólo está relacionada con el mundo informático sino que se puede emplear en cualquier circunstancia en la que se modifica algo en forma ingeniosa y creativa.
Pero permanezcamos en el debate tecnológico. En ese mundo el negativo es el cracker. Es una persona que tiene fines maliciosos, criminales y destructivos.
El problema (como varios lectores han señalado en este espacio) es que sólo unos pocos usan la palabra cracker y sólo un puñado emplea el término hacker como algo positivo.
Los medios y la mayoría de las personas ven a los hackers como algo indeseable. Una de las razones es el hecho de que hay más titulares negativos que positivos.
Es más frecuente encontrar noticias sobre cómo hackers infiltraron sistemas, robaron información o pidieron un rescate. Son menos comunes la noticias que cuentan la historia de cómo los hackers, con creatividad e innovación, transformaron una tecnología en algo positivo o como alertaron a sitios sobre fallas de seguridad en sus servidores o códigos.
El mundo es cada vez más digital y en ese nuevo ecosistema la información es la moneda más valorada. Todos los días subimos a la red o almacenamos en nuestras computadoras terabytes de datos.
Los hackers -en su acepción positiva- ayudan a transformar ese mundo no sólo cambiando las cosas, sino también descubriendo fallas de seguridad. En ese sentido, el argumento de Elazari en el sentido de que son el sistema inmunológico de internet, no está alejado de la realidad. El mayor problema es que el “lado oscuro”, los crackers, también tienen una fuerte presencia en el mundo de los bits.
Pero para muchos los activistas cibernéticos, los que cambian las reglas, los que entran a las casas virtuales para avisar cuando hay problemas no son bienvenidos. En comentarios en sitios como Techcrunch o Gizmodo se pueden encontrar frases como: “Los hackers no son un sistema inmunológico, son alergias, infecciones”. O “son vándalos que entran a las casas y abren las puertas. El que no hagan daño no justifica la intromisión”.
Y los más salomónicos dicen: “no son anticuerpos, ni alergias, ni virus. Son bacterias y como estas algunas son benéficas y otras son perjudiciales”.
“Little Brother” (Hermano pequeño) es un libro escrito por Cory Doctorow que cuenta la historia de un grupo de hackers adolescentes que se ven involucrados en una lucha contra un gobierno vigilante y totalitario después de un atentado extremista. Muestra la tenacidad, creativad e innovación de estos jóvenes para preservar la libertad de la información y la democracia.
El libro había sido seleccionado como parte del programa de lectura de la escuela secundaria Booker T. Washington en EE.UU. hasta que su dirección decidió sacarlo de la lista por “respaldar la cultura de los hackers y cuestionar a la autoridad”. Tras el incidente, el autor personalmente regaló un ejemplar a cada uno de los estudiantes.
Temerle a los hackers no parece ser una buena estrategia en un mundo en el que su presencia es requerida. Son ellos, después de todo, los que pueden neutralizar la amenaza de los crackers. La respuesta, parece, está en el hacker.