En el pasado el hombre escribió sobre piedra, pergaminos, vitela... prácticamente sobre cualquier elemento que llegara a sus manos. Y algunos de esos documentos físicos, como las pinturas en cuevas, duraron decenas de miles de años.Seguir a @tecnoycienciaEC !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Pero desde 1980 nuestras vidas se han ido digitalizando a una velocidad vertiginosa, y ahora la mayoría de nuestras fotos, videos, investigaciones y escritos están almacenados en computadoras o en centros de datos distribuidos por todo el mundo.
En otras palabras, la historia se ha mudado a internet. Y algunos analistas digitales temen que esta transformación esté poniendo en riesgo su futuro.
El pasado mes de febrero el apodado 'padre de internet', Vint Cerf, advirtió que si se pierden estos datos podríamos entrar en una 'era oscura digital'.
Trillones de gigabytes de información digital de una importancia crucial para los futuros archivistas e historiadores subsisten bajo una amenaza potencial de pérdida, por la corrupción de los archivos, el robo, la obsolescencia e incluso los desastres naturales y los causados por el hombre.
¿Cómo se puede evitar esa potencial 'era oscura digital'? Aquí te presentamos tres vías de solución que la industria ya está desarrollando a largo plazo.
Rayos X de los archivos
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(Foto: Thinkstock)
El propio Cerf propuso que se haga una suerte de 'retrato digital' de los contenidos, la aplicación y el sistema operativo con el que se procesó.
Así, se crearía una réplica de cada pieza de software y hardware que se haya desarrollado, y se almacenaría de la misma manera que lo hacen los museos, para que nunca se vuelvan obsoletos.
La universidad de Carnegie Mellon (EE.UU.) ya ha puesto en práctica un proyecto que sigue esa línea de trabajo, llamado Olive.
Esta solución requiere que la información quede preservada digitalmente en una especie de máquinas virtuales almacenadas en la nube.
Almacenamiento masivo y barato
Pero hay algunos analistas que creen que la industria de la tecnología creará sus propias soluciones impulsada principalmente por la fuerza del mercado.
Uno de ellos es Jeremy Burton, presidente de producto y marketing en EMC, una compañía que ayudó a digitalizar unos 82.000 manuscritos en la biblioteca del Vaticano.
Burton cree que cada vez será más común disponer de unos estándares de almacenamiento de datos de dimensiones industriales, a medida que la capacidad de almacenamiento se va haciendo más accesible.
Por ejemplo, hace 10 años almacenar datos habría costado unos US$45 por gigabyte. Mientras que ahora cuesta unos céntimos, comenta Burton.
“Seguro que vamos a ver un aumento de los servicios de almacenamiento digital”, dice.
“Hay una nueva generación de gente que está creciendo y espera tener acceso a cualquier información que quieran, no sólo a datos recientes, sino a todos los datos”.
Almacenamiento “a prueba de bombas”
La seguridad es un factor esencial para cualquier solución.
Un pulso electromagnético causado por una gran explosión nuclear, por ejemplo, podría acabar con redes enteras de electricidad y potencialmente parar a la civilización.
El año pasado el multimillonario gestor de fondos de cobertura Paul Singer le adivirtió a sus inversores que un pulso electromagnético, denominado EMP por sus siglas en inglés, era “la amenaza más significativa” para Estados Unidos y sus aliados.
Y en un mundo digital cada vez más interconectado, también se podría llegar a ese punto catastrófico a causa de un malware particularmente agresivo o a través de una ciberguerra a nivel estatal.
Para contrarrestar estas amenazas cada vez son más comunes los centros de datos a prueba de bombas, protegidos con sofisticados sistemas de seguridad físicos y cibernéticos.
Grandes compañías e instituciones con un interés específico en la protección de datos y en su accesibilidad a largo plazo ya están invirtiendo en estos centros, a medida que toman consciencia de las amenazas.
Entre ellas están bancos, compañías de seguros y gobiernos. Pero aún queda mucho por hacer.
Como civilización, solo ahora estamos empezando a imaginar las devastadoras consecuencias que podría acarrear la pérdida masiva de información.