Un enigma atormentó a Charles Darwin durante sus últimos años de vida.
En palabras del naturalista inglés, se trataba de un “fenómeno de lo más desconcertante”, uno que amenazaba las bases de su máximo aporte científico: el evolucionismo.
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[ -Al-Jahiz, el filósofo musulmán que tuvo la idea de la evolución 1.000 años antes que Darwin][ -El “Leviatán de Parsonstown“, el enorme telescopio del siglo XIX que allanó el camino de Charles Darwin][ - Toxodon platensis, el roedor gigante que contribuyó a la teoría de evolución]
La evolución por selección natural actúa “solamente por acumulación de variaciones pequeñas, sucesivas y favorables”, explica Darwin en el libro “El origen de las especies”, publicado en 1859.Por ende, “no puede producir modificaciones grandes o súbitas; puede actuar solamente en pasos cortos y lentos”.Pero dos décadas después de escribir su famoso libro, aquella profunda creencia de que “la naturaleza no da saltos” temblaba a la sombra de un evento “extraordinario” en la historia.
Darwin plasmó su frustración con el tema en una serie de cartas enviadas a distintos colegas desde 1875 hasta poco antes de su muerte, en 1882.Una de esas cartas, escrita hace 140 años al botánico inglés Joseph Hooker, abordaba el tema con tal dramatismo que marcó generaciones enteras de biólogos.
“Acabo de leer el ensayo de (John) Ball. Es bastante osado”, dice Darwin en la carta fechada el 22 de julio de 1879, sobre una investigación del naturalista irlandés acerca de la flora de los Alpes europeos.“Hasta donde podemos juzgar -continúa-, el rápido desarrollo de todas las plantas superiores en tiempos geológicos recientes es un abominable misterio”.Sí, el “abominable misterio” no trata sobre alguna extraña criatura monstruosa, sino de las plantas con flores.
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William Friedman, profesor de biología evolutiva en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, escribió un ensayo en 2009 sobre esta “legendaria” carta, diciendo que “quizás ningún otro grupo de organismos captó la atención de Darwin en términos tan dramáticos” como las plantas con flores.“De todos los grandes grupos de plantas, las plantas con flores son el que apareció más recientemente en la Tierra”, le explica Friedman a BBC Mundo.El problema es que, según los hallazgos de Ball, esa aparición había ocurrido de forma abrupta y salteada, tal como su diversificación.El propio Darwin llegó a decir que la “repentina aparición” de plantas con flores era desconcertante “para todos los que creen en cualquier forma de evolución, especialmente para los que creen en una evolución en extremo gradual”.
Es que este grupo formalmente conocido como angiospermas surgió hace unos 130 millones de años y en ese tiempo logró diversificarse en 300.000 especies, convirtiéndose así en el más diverso del reino de las plantas.“Cuando piensas en tu jardín, la mayoría son plantas con flores. Cuando piensas en las frutas o verduras que comes, la mayoría son plantas con flores”, dice Friedman.
“Por lo tanto, el misterio está en cierto sentido exacerbado por el hecho de que es un grupo muy diverso y prevalente en nuestras vidas”, agrega.Y Darwin lo tenía claro.“Lo mejor de Darwin es que es muy honesto intelectualmente”, afirma Friedman. En sus cartas “está diciendo que no va a barrer (y esconder) el tema debajo de la alfombra, que de verdad es algo que lo vuelve loco”.
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El problema de los orígenes y diversificación de las angiospermas no inquietaba a Darwin por sí mismas, sino por ser “la excepción más extrema” a su teoría de la evolución, explica Friedman.“Una posible teoría es que las plantas con flores habían sido creadas milagrosamente, es decir, que sustentaban la otra explicación del origen de la vida en la Tierra”, dice en referencia al creacionismo.El también director del Arboreto Arnold de la Universidad de Harvard agrega: “En otras palabras, no eran producto de un proceso evolutivo, sino de un dios que simplemente dijo: '¡Boom! Háganse las margaritas. ¡Boom! Háganse las gramíneas. ¡Boom! Háganse los árboles de magnolias', y así sucesivamente”.Según el registro de fósiles de aquella época, no había dudas de que había sido así de rápido.Pero Darwin planteó otra posible explicación.
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En la famosa carta a Hooker, el naturalista inglés dice: “He imaginado que, quizás, durante largos periodos de tiempo hubo un continente pequeño y aislado en el hemisferio sur donde nacieron las plantas superiores”.
Si bien él mismo describe esta conjetura como “miserablemente pobre”, se basaba en una realidad que él aprendió durante sus casi cinco años de travesía por el mundo a bordo del HMS Beagle.
“Constantemente sobrevaloramos la perfección del registro geológico y deducimos de forma errada que, como ciertos géneros o familias no se han encontrado en una cierta etapa, entonces no existían antes de esa etapa”, escribe Darwin en “El origen de las especies”.“Constantemente olvidamos cuán grande es el mundo en comparación con el área donde las formaciones geológicas han sido examinadas de forma cuidadosa”, continúa.“Olvidamos”, sigue, “que grupos de especies pueden haber existido en otros lugares por mucho tiempo y haberse multiplicado lentamente antes de invadir los antiguos archipiélagos de Europa y de Estados Unidos”.Es decir, que Darwin creía que, con el tiempo, aparecerían las pruebas fósiles que demostrarían que las plantas con flores también evolucionaron de forma lenta.
“Él no resolvió el misterio, pero lo entendió”, según Friedman. “Apostó al empirismo, pensamiento racional y las leyes universales antes que a los milagros”.
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“Me gustaría ver todo este problema resuelto”, reconoce Darwin a Hooker en la carta.Sin embargo, “no vivió lo suficiente para ver que tenía razón”, afirma Friedman, cuyas investigaciones están justamente enfocadas en el origen y subsiguiente diversificación de las angiospermas.“Hemos descubierto fósiles muy importantes que nos han ayudado a entender las frases tempranas de la diversificación de plantas con flores y hemos logrado grandes progresos sobre todo en los últimos 30 años”, dice.Y aunque hay más piezas en su rompecabezas evolutivo, el investigador reconoce que “aún hay muchas cosas que no sabemos”.De hecho, una de las interrogantes más simples que persisten es de dónde proviene la estructura básica de la flor.“Todavía estamos convencidos de que los orígenes y diversificación de las plantas con flores no ocurrieron de forma rápida y que la naturaleza no da saltos”, asegura Friedman.“Pero el abominable misterio en sí continúa”.
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