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El CO2 que provoca el cambio climático debe ser aprovechado para generar energía limpia es la propuesta presentada por científicos estadounidenses durante la reunión europea de Geociencias que se celebra en Viena.
La idea se apoya en la existente técnica de captura del dióxido de carbono (C02) que emiten las centrales termoeléctricas, según la cual el gas se inyecta en embalses naturales a gran profundidad donde queda atrapado por la roca impermeable que lo cubre.
La propuesta de los investigadores es que este gas no solo se almacene, sino que se aproveche para producir energía limpia.
La temperatura, que crece con la profundidad, hace que el gas se vuelva muy fluido y pueda ser transportado a la superficie, a través de pozos verticales. El calor y la presión serviría para mover turbinas de producción de electricidad y sustituir al agua que utilizan las actuales plantas geotermales.
“Me gusta pensar que es una energía renovable que usa energía fósil como materia prima”, explica Jeffrey Bielicki, profesor de la Universidad Estatal de Ohio.
El gas se enfría y vuelve a inyectarse en el subsuelo y es presionado hacia abajo, donde se calienta y vuelve a subir.
De esa forma, se crea un “circuito cerrado” en el que el dióxido de carbono no solo no sale a la atmósfera sino que, además, se aprovecha para producir electricidad, explica Bielicki,
“Si no van a desaparecer (los combustibles fósiles), lo que tratamos es de preocuparnos de algunos de los efectos colaterales”, indica el científico.
Esta tecnología lograría así un triple objetivo: combatir el cambio climático, producir energía y ahorrar agua.
Primeros pasos de una técnica prometedora
Aunque Bielicki reconoce que esta técnica está aún en una fase de desarrollo, confía en que el incentivo económico que encierra ayude a que fluya la financiación, pues gran parte de la tecnología necesaria para su desarrollo ya existe.
“El beneficio es que podemos vender la electricidad, hay un incentivo económico, lo que esperamos que lo haga más atractivo para los inversores”, asegura el docente.
Las plantas podrían ubicarse en zonas calientes (geotermales) y frías debido a que el CO2 líquido, solo o en combinación con nitrógeno y agua, extrae calor de forma más eficaz que el agua.
Además, al fluir más fácilmente que el agua, el CO2 caliente permite llevar a la superficie la misma energía con menos esfuerzo.
Con las altas temperaturas del subsuelo, el dióxido de carbono se expandiría tan rápidamente por la tubería que incluso eliminará la necesidad de usar bombas, y ahorraría energía.
Según Bielicki, los primeros modelos teóricos muestran que una planta de este tipo podría capturar el CO2 producido en un año por tres centrales térmicas de tamaño medio (unas 15 millones de toneladas), aunque desde entonces la tendencia ha sido bajar a dimensiones más pequeñas.
Entre los riesgos de esta tecnología destaca el de fugas que pudieran contaminar acuíferos potables, una posibilidad que Bielicki ve poco probable, ya que ese agua está muy por encima de las niveles a los que se inyectaría el CO2.
Fuente: EFE