La pandemia ha traído muchos términos e ideas engañosas a la vida de todos.
Dos conceptos particularmente complicados son la eficacia y efectividad de las vacunas. No son lo mismo.
Y a medida que pasa el tiempo y surgen nuevas variantes como ómicron, la una y la otra también van cambiando.
Melissa Hawkins es epidemióloga e investigadora de salud pública en la American University, en Washington.
Ella explica la forma en la que los investigadores calculan cuánto previenen las vacunas la enfermedad, qué influye en las tasas de efectividad y eficacia, y cómo ómicron está cambiando las cosas.
Una vacuna activa el sistema inmunológico para producir anticuerpos que permanecen en el cuerpo para luchar contra la exposición a un virus en el futuro.
Las tres vacunas aprobadas actualmente para su uso en Estados Unidos, las de Pfizer-BioNTech, Moderna y Johnson & Johnson, mostraron éxito en los ensayos clínicos.
¿Cuál es la diferencia entre la eficacia y la efectividad de una vacuna?
Todas las vacunas nuevas deben someterse a ensayos clínicos en los que los investigadores prueban las vacunas en miles de personas para examinar si funcionan y son seguras.
La eficacia es la medida de qué tan bien funciona una vacuna en los ensayos clínicos. Los investigadores diseñan los ensayos para incluir dos grupos de personas: los que reciben la vacuna y los que reciben un placebo. Calculan la eficacia de la vacuna comparando cuántos casos de la enfermedad ocurren en cada grupo, vacunados versus placebo.
La efectividad, por otro lado, describe qué tan bien se desempeña una vacuna en el mundo real. Se calcula de la misma manera, comparando enfermedades entre personas vacunadas y no vacunadas.
La eficacia y la efectividad suelen estar próximas entre sí, pero no son necesariamente iguales. El funcionamiento de las vacunas variará un poco de los resultados del ensayo una vez que millones de personas se vacunen.
Muchos factores influyen en el rendimiento de una vacuna en el mundo real. Nuevas variantes como delta y ómicron pueden cambiar las cosas.
El número y la edad de las personas inscritas en los ensayos son importantes. Y la salud de las personas que reciben la vacuna también.
La proporción de la población que se inocula también puede influir en su eficacia.
Las vacunas con eficacia moderada e incluso baja pueden funcionar muy bien a nivel de población.
Del mismo modo, las vacunas con alta eficacia en ensayos clínicos, como las vacunas contra el coronavirus, pueden tener menor efectividad y un pequeño impacto si no hay una alta aceptación de la vacuna en la población.
La distinción entre eficacia y efectividad es importante: una describe la reducción del riesgo lograda por las vacunas en los ensayos clínicos y la otra describe cómo esto puede variar en poblaciones con diferente exposición y niveles de transmisión.
Los investigadores pueden calcular ambos, pero no pueden diseñar un estudio que mida ambos simultáneamente.
Todas las vacunas nuevas deben someterse a ensayos clínicos en los que los investigadores prueban las vacunas en miles de personas para examinar si funcionan y son seguras.
La eficacia es la medida de qué tan bien funciona una vacuna en los ensayos clínicos. Los investigadores diseñan los ensayos para incluir dos grupos de personas: los que reciben la vacuna y los que reciben un placebo. Calculan la eficacia de la vacuna comparando cuántos casos de la enfermedad ocurren en cada grupo, vacunados versus placebo.
La efectividad, por otro lado, describe qué tan bien se desempeña una vacuna en el mundo real. Se calcula de la misma manera, comparando enfermedades entre personas vacunadas y no vacunadas.
La eficacia y la efectividad suelen estar próximas entre sí, pero no son necesariamente iguales. El funcionamiento de las vacunas variará un poco de los resultados del ensayo una vez que millones de personas se vacunen.
Muchos factores influyen en el rendimiento de una vacuna en el mundo real. Nuevas variantes como delta y ómicron pueden cambiar las cosas.
El número y la edad de las personas inscritas en los ensayos son importantes. Y la salud de las personas que reciben la vacuna también.
La proporción de la población que se inocula también puede influir en su eficacia.
Las vacunas con eficacia moderada e incluso baja pueden funcionar muy bien a nivel de población.
Del mismo modo, las vacunas con alta eficacia en ensayos clínicos, como las vacunas contra el coronavirus, pueden tener menor efectividad y un pequeño impacto si no hay una alta aceptación de la vacuna en la población.
La distinción entre eficacia y efectividad es importante: una describe la reducción del riesgo lograda por las vacunas en los ensayos clínicos y la otra describe cómo esto puede variar en poblaciones con diferente exposición y niveles de transmisión.
Los investigadores pueden calcular ambos, pero no pueden diseñar un estudio que mida ambos simultáneamente.
Tanto Pfizer como Moderna informaron que sus vacunas demostraron una eficacia superior al 90% para prevenir la infección sintomática por covid-19.
Dicho de otra manera, entre los individuos que recibieron la vacuna en los ensayos clínicos, el riesgo de contraer covid-19 se redujo en un 90% en comparación con aquellos que no recibieron la vacuna.
Imagínense cómo se realiza un ensayo de la vacuna: se seleccionan al azar a mil personas para que reciban la vacuna en un grupo. Y otras mil personas para recibir un placebo en otro grupo.
El 2,5% de las personas en el grupo de los vacunados contrajo covid-19 en comparación con el 50% en el grupo de los no vacunados. Esto significa que la vacuna tiene una eficacia del 95%.
Esto se determina así: (50% - 2,5%) / 50% = 0,95. Por lo tanto, ese 95% hace referencia a cuánto se reduce la incidencia de la enfermedad en el grupo de los vacunados.
Sin embargo, que una vacuna tenga una eficacia del 95% no significa que el 5% de las personas vacunadas contraerá covid-19. Es una noticia aún mejor: su riesgo de enfermarse se reduce en un 95%.
La eficacia de la vacuna se calcula exactamente de la misma manera, pero se determina mediante estudios observacionales.
Al principio las vacunas tenían una eficacia superior al 90% para prevenir enfermedades graves en el mundo real. Pero, por su propia naturaleza, los virus cambian y esto puede alterar la efectividad.
Por ejemplo, un estudio encontró que para agosto de 2021, cuando la variante delta estaba aumentando, la vacuna Pfizer tenía un 53% de efectividad para prevenir la covid más grave entre los residentes de hogares de ancianos que habían sido vacunados a principios de 2021.
En este caso, la edad, los problemas de salud, la inmunidad menguante y la nueva variante fueron factores que redujeron la efectividad.
Los datos preliminares sobre ómicron y las vacunas están llegando rápidamente y revelan una menor efectividad de la vacuna.
Las mejores estimaciones sugieren que las vacunan tienen una eficacia de entre 30 y 40% en la prevención de infecciones y un 70% de eficacia en la prevención de enfermedades graves.
Un estudio llevado a cabo en Alemania que no ha sido revisado formalmente por pares encontró que los anticuerpos en sangre recolectados de personas completamente vacunadas con Moderna y Pfizer mostraron una eficacia reducida para neutralizar la variante ómicron.
Otros estudios llevados a cabo en Sudáfrica e Inglaterra, que tampoco y que están a la espera de ser revisados formalmente por pares, mostraron una disminución significativa en la eficacia de los anticuerpos contra la variante ómicron.
Se esperan más infecciones disruptivas, con una menor capacidad del sistema inmunológico para reconocer ómicron en comparación con otras variantes.
¿Los refuerzos aumentan la inmunidad contra ómicron?
Los datos iniciales establecen que una tercera dosis ayudaría a estimular la respuesta inmune y la protección contra ómicron, con estimaciones de efectividad de entre el 70 y el 75%.
Pfizer ha informado que las personas que han recibido dos dosis de su vacuna son susceptibles a la infección por ómicron, pero que una tercera inyección mejora la actividad de los anticuerpos contra el virus.
Esto se basó en experimentos de laboratorio que utilizaron sangre de personas que recibieron la vacuna.
Las dosis de refuerzo pueden aumentar la cantidad de anticuerpos y la capacidad del sistema inmunológico de una persona para protegerse contra ómicron. Sin embargo, gran parte del mundo no tiene acceso a dosis de refuerzo.
Los datos iniciales establecen que una tercera dosis ayudaría a estimular la respuesta inmune y la protección contra ómicron, con estimaciones de efectividad de entre el 70 y el 75%.
Pfizer ha informado que las personas que han recibido dos dosis de su vacuna son susceptibles a la infección por ómicron, pero que una tercera inyección mejora la actividad de los anticuerpos contra el virus.
Esto se basó en experimentos de laboratorio que utilizaron sangre de personas que recibieron la vacuna.
Las dosis de refuerzo pueden aumentar la cantidad de anticuerpos y la capacidad del sistema inmunológico de una persona para protegerse contra ómicron. Sin embargo, gran parte del mundo no tiene acceso a dosis de refuerzo.
A pesar de la menor eficacia de las vacunas contra ómicron, está claro que las vacunas funcionan y se encuentran entre los mayores logros de salud pública.
Las vacunas tienen distintos niveles de eficacia y siguen siendo útiles.
La vacuna contra la gripe generalmente tiene una efectividad del 40 al 60% y previene enfermedades en millones de personas y hospitalizaciones en más de 100.000 personas en EE.UU. anualmente.
Protegen no solo a quienes están vacunados, sino también a quienes no pueden vacunarse.
Las personas vacunadas tienen menos probabilidades de transmitir covid-19, lo que reduce las nuevas infecciones y ofrece protección a la sociedad en general.
*Melissa Hawkins es profesora de Salud Pública en la American University.
Esta nota apareció originalmente en The Conversation y se publica aquí bajo una licencia de Creative Commons. Puedes leer el artículo original aquí.