Aún hoy en día, consideramos a los sistemas de navegación satelital como “tecnología moderna” y nos maravillamos. Sin embargo, la humilde abeja melífera desarrolló naturalmente todas las aptitudes de esos aparatos para su eterna búsqueda de la flor perfecta.
Como si eso no fuera suficientemente milagroso, una abeja puede compartir su tesoro pasando información sobre la ubicación de esa flor a sus colegas.
Su secreto no es el uso de procesadores y chips, sino el ángulo del sol, el conteo de puntos de referencia y los campos eléctricos.
CÓMO UBICAN EL NÉCTAR
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Las abejas han desarrollado unos métodos muy sofisticados para encontrar y comunicase con flores ricas en néctar. Cuando una abeja vuela, se carga positivamente, lo que causa una reacción cuando aterriza en la flor, cuya carga es negativa. El cambio dura por unos 100 segundos después de que la abeja aterriza y puede servir para avisarle a otros polinizadores que esa flor no tiene nada en ese momento, así que no vale la pena posarse en ella.
Las abejas no ven de la misma manera que los humanos pues pueden percibir la luz ultravioleta, que las flores utilizan. La luz ultravioleta es esencialmente una señal secreta que las flores usan para guiar a las abejas al lugar exacto en el que el néctar está escondido.
CÓMO SE HACE LA MIEL
Las abejas hacen la miel con todo el néctar dulce y pegajoso que recogen de las flores tras largos y complicados viajes de exploración.
El néctar se mezcla con las enzimas de las glándulas en la boca y se almacena en panales de cera con celdas hexagonales.
Una vez el contenido de agua alcanza alrededor del 17%, la celda es sellada con más cera hasta que la colonia la necesite.
Un enjambre fuerte en una buena temporada puede producir dos o tres veces más miel de la que necesita, y es ese excedente lo que se recoge para el consumo humano.
El tipo de miel producida depende de la especie de flor de la que se recolectó el néctar: la de flores de jardín es más líquida, mientras que la de las flores de los cultivos de canola es más dura.
EL SECRETO DE LA ESTRUCTURA DEL PANAL
Los panales son una de las maravillas de la ingeniería natural. Las celdas hexagonales son idénticas, cada una de las seis paredes se encuentra en un ángulo preciso de 120º.
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Todas las abejas en cualquier lugar del mundo saben cómo construir estas estructuras, y lo han hecho durante miles y miles de años. Pero, ¿por qué las abejas escogieron el hexágono para construir sus panales en vez del círculo, el triángulo o el cuadrado?
Hay otra razón que va más allá del instinto puro, y para entenderla hay que recurrir al lenguaje universal de toda la naturaleza: las matemáticas.
La necesidad primaria de las abejas es almacenar la mayor cantidad de miel posible usando sólo la cantidad de cera indispensable. Para satisfacerla, no hay muchas alternativas para el patrón, le explica a la BBC el matemático británico Marcus Du Sautoy.
Los pentágonos, por ejemplo, no encajan bien. Los círculos dejan muchas brechas. Para producir una red de formas regulares que se acoplen a la perfección, realmente sólo hay tres opciones: triángulos equiláteros, cuadrados o hexágonos.
Los triángulos requieren de más cera que las otras formas; los cuadrados son un poco mejores pero los hexágonos son los que necesitan menos. “Es una solución que sólo fue probada matemáticamente hace unos años: el diseño hexagonal es la solución de almacenamiento más eficiente. Con ayuda de la evolución, las abejas lo descubrieron solas hace millones de años”, señala Du Sautoy. Además, el hexágono es una estructura muy sólida.
Otro dato asombroso, antes de terminar, ¿cuántos kilómetros cree que una colonia de abejas tiene que volar para poder hacer un frasco de miel? La distancia equivalente a darle dos vueltas al mundo: unos 88.500 kilómetros.