El análisis genético de los restos fósiles de una niña denisovana que vivió hace casi 100.000 años ha permitido reconstruir el aspecto de estos homínidos arcaicos, que, según los científicos, tenían la cara larga y la pelvis ancha, según un reciente artículo publicado en la revista Cell.
“De muchas maneras los denisovanos se parecían a los neandertales, pero en algunos rasgos se parecían a nosotros y en otros eran únicos”, señaló uno de los autores del estudio, Liran Carmel, de la Universidad Hebrea en Jerusalén.
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Desde que los primeros restos de este grupo que se cruzó con nuestros antepasados fue descubierto, una de las grandes preguntas que intrigó a los expertos era acerca su apariencia física. ¿Cómo lucían?
Para responder dicha interrogante, los científicos solo contaban con los únicos restos que se conocen de los denisovanos: la falange de un meñique, tres dientes y una mandíbula inferior, hallados en 2012 por arqueólogos rusos en la cueva Denisova de las montañas Altái en Siberia.
Este fue el primer fósil descubierto de un humano arcaico cuyos parientes pertenecían a dos especies.
El análisis del genoma de los restos de la niña denisovana encontrados indica que su padre fue un denisovano con algunos ancestros neandertales y que su madre era genéticamente más cercana a los neandertales de Europa occidental que a los que habitaron la cueva Denisova.Según los científicos, esto puede ser un indicio de que los neandertales europeos migraron a Asia central decenas de miles de años antes de que su especie desapareciera.Para elaborar el “retrato” de la niña denisovana, los investigadores recurrieron al método de metilación del ADN o patrones epigenéticos, que consiste en estudiar las modificaciones químicas que influyen en la actividad genética sin cambiar la secuencia subyacente de las bases nucleotides A, G, T y C.Los científicos compararon primero los patrones de metilación del ácido desoxirribonucleico de denisovanos, neandertales y humanos modernos en busca de regiones del genoma metiladas de manera diferente.Luego consideraron el significado de esas divergencias para las características anatómicas sobre la base de lo que se conoce acerca de trastornos humanos en los que esos mismos genes cesan su función.En términos generales, los investigadores identificaron 56 rastros anatómicos en los que los denisovanos eran diferentes de los humanos modernos y de los neandertales. Un total de 34 de esas características ocurrieron en el cráneo.
Por ejemplo, es probable que el cráneo del denisovano fuese más ancho que el de los humanos modernos o los neardentales y, además, tenían un arco dental más largo.Los resultados de estas comparaciones indican que los denisovanos probablemente compartían con los neandertales rasgos tales como un rostro largo y una pelvis ancha, pero tenían diferencias específicas como una expansión craneal lateral que les hacía el rostro más chato.“El estudio de la anatomía denisovana puede darnos lecciones acerca de la adaptación humana, las restricciones en la evolución, el desarrollo, las interacciones de genes y el ambiente, y las dinámicas de las enfermedades”, señaló Carmel.
Agencia EFE
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