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GDA –Grupo de Diarios de América
Por Nora Bär“La Nación” de Argentina
Tengo 57 años. Soy hijo de una gerontóloga descendiente de puertorriqueños y de un sociólogo. Me gradué en Harvard y me doctoré en astrofísica en Columbia. Desde 1996 soy director del Planetario Hayden en Nueva York. Soy autor de 12 libros. Presenté una reedición de la clásica serie “Cosmos: un viaje personal”, originalmente conducida por Carl Sagan.
De risa fácil, desenvuelto, dueño de una amabilidad que sorprende, el director del Planetario Hayden de Nueva York se dispone al diálogo sin premuras.
—Cuenta que de chico sintió el llamado del cielo nocturno. ¿En esa época se veían aún las estrellas en Nueva York?Nooo... [se ríe con ganas]. Había contaminación lumínica y también atmosférica. Todas las casas quemaban sus residuos en el jardín. La primera vez que vi el cielo nocturno fue en el Planetario Hayden.
—Usted fue miembro de la comisión presidencial sobre política de la exploración en su país. ¿Cuál es su visión del futuro de la humanidad en el espacio?En realidad formé parte de dos comisiones, una sobre el futuro de la industria aeroespacial y la otra sobre el futuro de la NASA. La NASA ahora solo recibe el 1% del presupuesto de Estados Unidos. Cuando fuimos a la Luna estaba en su nivel más alto: 4%. Hay quienes dicen: “¿Por qué gastamos dinero allí arriba si tenemos necesidades acá abajo?” ¿Crees que si ahorramos ese 4% vamos a resolver todos nuestros problemas en la Tierra? No. Para eso tenemos el otro 96%. [Por otro lado] la exploración espacial promueve el desarrollo tecnológico. Por ejemplo, mis padres nacieron en los años 20. Su radio era parte del mobiliario del living. Nadie en ese momento decía: “Ey, me gustaría andar con eso en el bolsillo”. Cuando la NASA vio que costaba mucho llevar cosas al espacio, pensó que había que hacerlas tan pequeñas como fuera posible para que entraran en la bodega de los cohetes. Así que toda la industria electrónica empezó a miniaturizar y se dieron cuenta de que había un mercado para la pequeña electrónica. El impulso inicial para la miniaturización lo dieron las necesidades de la NASA.
—¿Ese tipo de exploración está reservada a los países más grandes?Los países pueden ascender y caer. Egipto estaba haciendo pirámides hace cinco mil años, pero se necesitó llegar a 1889 y a la Torre Eiffel para que construyéramos algo tan alto. Que uno pueda hacer algo en un momento [de la historia] no quiere decir que lo hará para siempre. No tomo por garantizado que Estados Unidos va a liderar al mundo en la exploración espacial. Brasil tiene la tercera industria aeroespacial del mundo. India lanzó una nave no tripulada a Marte. Uno no necesita saber hacer todo para participar. Cuando despliegan un satélite en el espacio, el brazo robótico que lo hace posible dice “Canadá”. Canadá no construyó el lanzador, ni el módulo que se conecta con la estación espacial, solo esta maravilla de la ingeniería que puede capturar satélites, traerlos a la estación, repararlos.
—Vemos películas y leemos libros que juegan con la idea de que los humanos podrán visitar otros sistemas estelares. ¿Lo cree posible?
Pensar que algo así está cerca es una ilusión. La Tierra trabaja para nosotros porque evolucionamos en este planeta. Marte es completamente diferente. Es hostil. Si usted va a Marte, no tiene oxígeno, no tiene agua, no hay plantas ni animales, no hay frutas o flores. De modo que si quiere ir a otro planeta tendrá que ‘terraformarlo’, sembrar microbios y otras cosas que creen una atmósfera, y plantas para que sea similar a la Tierra y sostengan la vida. Así podríamos enviar a gente allí y seríamos una especie de dos planetas. Yo estaría a favor, pero no creo que suceda mientras esté vivo. Por ahora, no nos queda otra que las películas...
—Hacer programas de TV y de radio le quita tiempo para escribir o investigar. ¿Por qué lo hace? Mi objetivo no son los chicos, son los adultos. Ellos son los que manejan el mundo, controlan el dinero y los recursos. Muchos de los problemas que tenemos ocurren porque hay adultos que piensan que están alfabetizados científicamente y no lo están. Los adultos son maestros, directores de escuela y padres. Si uno tiene éxito con los adultos, los chicos después vienen gratis.
—¿El futuro será mejor o peor?Primero: estamos viviendo más y mejor, y eso es gracias a la ciencia y la tecnología. Segundo: la preocupación por la ciencia podría haber tenido un comienzo muy puntual, la publicación del libro de Mary Shelley, “Frankenstein”. Antes, uno no encontraba el temor de que un descubrimiento científico pueda volverse en contra nuestro. Y la verdad es que ningún descubrimiento fue tan malo como los novelistas nos cuentan y los cineastas nos muestran en sus películas. No hay duda de que todo gran poder de la ciencia tiene un lado peligroso. Pero no estoy preocupado. Si uno descubre un nuevo poder, tiene control sobre él. Uno no prohíbe los cuchillos porque pueden matar. Aprende cómo no herir a nadie y sigue adelante.